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Microrrelatos de Mariela Ríos Ruiz-Tagle

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Fotografías: Chema Madoz

Agua invisible

La casas, los vestidos, los caminos, los libros, los fuegos, las pinturas, los templos, los vientos, las cacerolas, las modas, los árboles, las estrellas, los televisores, los caminos, las bolsas de té, las maderas, las montañas, los metales, las culturas, las tierras, los relojes, los mares, los cuerpos, los seres, los espíritus, se evaporan, se funden, se disuelven sobre agua invisible. 


Fidelidad

Realizaba mi recorrido cotidiano por la Plaza de Armas, cuando noté que mi amigo indigente no despertaba. Ágilmente corrí hacia un hombre sentado en un banco, también llamé la atención de los transeúntes que bajaban por las escaleras hacia el metro, pero nadie me hizo el menor caso.

Me recosté junto al cuerpo frío de mi amigo y con impotencia le ladré a la luna.

(Publicado en texto escolar, “Lenguaje y Comunicación”, para Octavo Básico. Editorial Santillana. 2009


1973

Elmo y Ramona están enamorados. Casi todos los días dibujan y pintan sobre las blancas paredes santiaguinas.

Al atardecer, se acerca un camión militar. Corren abrazados hasta la esquina más cercana. Agazapados ruegan:

-Que nos lleven juntos.

Ramona susurra a su amado que mire hacia atrás. El mural recién terminado parece saludarlos desde el frío.

(Un pequeño homenaje a los artistas brigadistas de la década del 70, publicado en Antología “73 microcuentos a 40 años del Golpe Militar”, Editorial Artegrama)
 

Alma en pena

Todo el tiempo salgo a caminar sin rumbo por el centro de Santiago. Me siento en mi lugar preferido de la Plaza de Armas, rodeado de perros, palomas y algunos jubilados de rostros pálidos. ¿Será posible que algunos de ellos sean los que me golpearan brutalmente, me maltrataran a patadas y culatazos, me torturaran sin piedad, me escupieran e insultaran, aquel día de septiembre hace 40 años? Mi alma en pena, como siempre, es invisible. Arriba, el cielo azulado, es el mismo para todos.


(Seleccionado por repechaje en Concurso Santiago en 100 palabras, libro “Los mejores 100 cuentos VII”, año 2013


Déjà vu

Estaba parado ahí, en el dintel de la puerta. Su largo abrigo negro presagiaba un frío antiguo. Lo miré esperando que sus labios me hablaran, pero estaban sellados con fuego hermético.
Y así desapareció del vagón, silencioso, dejándome el recuerdo de sus ojos profundos y lejanos.
La mujer termina de leer el libro y una extraña sensación la invade.
Mientras tanto, el tren se desliza suavemente por los rieles casi congelados.


Toque de queda

La noche se despierta con el único sonido del motor en marcha de una camioneta, sin patente.

El cuerpo de un hombre se hunde lentamente en las rápidas aguas del río.

La luna observa, impotente, el reflejo de una blanca camisa, que flota a la deriva por el cauce oscuro del río Mapocho.

***

Mariela Isabel Ríos Ruiz-Tagle (Santiago de Chile).

Licenciada en Antropología ( U. de Chile), Diplomada en Filosofía( U. Alberto Hurtado), Post-grado en Ciencias Sociales (Ilades). Escribe poesía, cuento y narrativa.

En 1979 obtuvo el Premio Borges de la Fundación Givré, en Buenos Aires, mención Cuento Corto por "La prohibición". Durante el viaje a Buenos Aires tuvo el honor de conocer personalmente al gran escritor don Ernesto Sabato con el cual ya mantenía cordial correspondencia. En 1984 obtiene el segundo premio latinoamericano de Revista Mairena, Puerto Rico, por el extenso poema "Madre espina de campos absolutos". Ha ganado distinciones y aparece en una “Antología de poesía Hispanoamericana “de Publicaciones Altair, Bahía Blanca, Argentina.

Sus obras editadas son: "Madre Espina de Campos Absolutos" (Poesía, 1984); "Blue Moon" (Novela, primera edición, 1992); "Nada es personal en la extrema tarde de rubíes” (Poesía, 1998); “ La vida en breve “( Microcuentos, 2011) ; ”Poemas en Blue Mayor” (Poesía, 2013), “Los azules prados del tiempo”(Poesía, 2014) y la Segunda Edición de la novela “ Blue Moon”, año 2014 . Ha participado en las antologías, “Microcuentos, a 40 años del Golpe” (Cuentos breves, 2013), “Chile, país de poetas” (Poesía, 2013) y en el libro correspondiente al año 2013 del Concurso de microcuentos, “Santiago en 100 palabras” con su microcuento “Alma en pena”.

Asímismo, el microcuento “Fidelidad” fue seleccionado por la Editorial Santillana, en el libro de Lenguaje (2009), correspondiente a la asignatura de Lenguaje del curso Octavo Básico.

Ha participado en diversos talleres literarios, lecturas poéticas, publicaciones escritas, revistas y páginas web.

Pertenece a Sech Mujer, Sociedad de Escritores y Escritoras de Chile.

Blog
 
 

Leandro Hidalgo: El tiempo es una medida imprecisa

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Paul Klee

El tiempo es una medida imprecisa


El cadáver se yergue de un salto, se ovilla de dolor cuando intenta detener la sangre del agujero, se prende la camisa limpia y discute con un hombre, que pronto sale por la puerta, y el antes cadáver besa en la cama a una mujer desnuda.



Educación argentina

Domingo Faustino Sarmiento piensa que la educación pondrá fin al flagelo de la ignorancia. Él llama ignorantes a los negros, a los gauchos y a los indios. Éstos, por su parte, lo llaman a él “pelado ilustrado”, acostumbrados como están a las trenzas, a las motas y a las colitas.



El ovillo

Cada uno de nosotros en cada una de las puntas y desde ahí empezamos a tirar de la madeja en direcciones opuestas. Era extenso aquel ovillo hasta que quedó tensa la lana, cada uno en un lugar distante de cada uno, con una sola mano ocupada en sostener el extremo de un abrigo que no pudo ser.



Caleidoscopio
 
Fue en el desayuno, cuando amaneciste con noticias frescas para nuestra relación. Tenías en las manos trozos de mis sueños, hechos pedazos, y ánimo de mostrármelos. Yo te los pedí para que al momento de hacer las valijas pudiera guardarlos y llevarlos conmigo a donde fuera, para unirlos nuevamente en vaya a saber qué otras sábanas qué otras geografías.

Hoy recuerdo rodeado de tu ausencia aquel desayuno y minucioso, reordeno los fragmentos que me diste: una esfera transparente me ha quedado sobre la mesa, aunque con un hueco, una parte que he perdido o que nunca me devolviste. Aprovecho esa ventanita para mirar hacia adentro: y te veo, remendando otra esfera de otro sueño de otro hombre, observando también por la mirilla que deja un fragmento de su sueño, que ha perdido o jamás le devolvieron, y por ahí los dos ven, a su ex mujer con una esfera de sueños rotos, pegando sus heridas también, en un comedor de diario.



Paro de contar

.



· El texto “El tiempo es una medida imprecisa”, es inédito.

· “Educación Argentina”, pertenece al libro Grado –microficciones sobre la Historia Argentina (2014)

· “El ovillo” y “Caleidoscopio”, son del libro Capacho (2010)

· “Paro de contar”, es del libro Instantáneas -100 fotos (2005). Este texto fue recogido además, en la antología Mil y un cuentos de una línea, Ed.Thule, Barcelona, 2007.



***

---Leandro Hidalgo---. Mendoza, Argentina, 1981. Sociólogo. Publicó “Instantáneas- 100 fotos” (2005), “Capacho” (2010), y “Grado –microficciones sobre la Historia Argentina” (2014). Web del autor.
 
 
 
 

BASTA. 100 mujeres colombianas contra la violencia de género

Microrrelatos de Julia Otxoa

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Katsushika Hokusai

CEREMONIA

Murata Takarai decidió quitarse la vida, su amante le había abandonado. Así que comenzó los preparativos de su muerte, convocaría a sus amigos más íntimos alrededor del té en el jardín para despedirse. ¿Pero...a qué amigos consideraba íntimos? ¿Qué clase de té sería el adecuado? Conocía más de cien clases diferentes ¿Y el lugar del jardín?

Murata Takarai dedicó el resto de su vida a preparar la ceremonia del té para anunciar su muerte a sus amigos. Murió muy anciano de muerte natural. Hoy se le venera en Japón como uno de sus más grandes estetas.



PAISAJE PARA FRAC

Una extraña solemnidad precede al ladrón en el Salón del Rey, un alambicado lenguaje que hipnotiza, una teatralidad bien ensayada en su discurso que diluye toda posibilidad de defensa. Finalmente, cuando el camino del ladrón hacia sus víctimas está por fin disipado de obstáculos, viene la esperada metamorfosis, el instante álgido del simulacro: la transformación del ladrón en garante de la seguridad de sus futuros súbditos: su juramento como primer ministro, su fidelidad a la Constitución, posada su mano derecha sobre la Sagrada Biblia.



JUSTICIA EN SANTA REPARATA

Fue muy duro para Giovanni pensar cuando apretaba el cuello de la muchacha, que aquel crimen que ahora estaba cometiendo le correspondería investigar a él, Giovanni Spechio, único juez de la pequeña población de Santa Reparata.



LA ORACIÓN DEL DRAGÓN

Todas las noches cuando llega la hora de las noticias y los políticos empiezan con su verborrea sobre política nacional, entro en la cocina y quito el sonido del televisor, me siento a la mesa y pelo cuatro cabezas de ajos, desgrano luego todos los dientes y los machaco lentamente en un mortero de madera, lo mezclo todo con sal, aceite de oliva y un chorrito de limón, golpeando suavemente todo ello hasta formar una masa compacta, entonces meto el dedo la pruebo y si está en su justo punto, tuesto cuatro rebanadas de pan y las coloco en un plato junto al mortero. Me arrodillo entonces entre el frigorífico y la fregadera, y echo a volar todas las cáscaras de ajo por encima de mi cabeza, como si fueran pétalos de rosa cayendo por todas partes, alegre lluvia sobre un templo iluminado por un fuerte olor a ajos y a pan tostado.

Sólo después de todo esto llega el tiempo de mi gimnasia diaria con saltos y volteretas por el pasillo, la sala y las habitaciones. Mis ejercicios gimnásticos duran exactamente el tiempo del telediario, sesenta minutos, luego, sudada y exhausta me doy una ducha, me pongo ropa limpia y me siento tranquila y feliz en la mesa de la cocina a comerme las rebanadas de pan untadas con ajo, aceite y limón, regándolo todo con una cerveza rubia y helada.

Después de estos aperitivos salgo al balcón a echar unas cuantas llamaradas con mi aliento de ajos. La noche se incendia ante mis ojos. Y así estoy un ratito apoyada en la barandilla, contemplándolo todo, imaginándome que vuelo sobre árboles y tejados, sintiendo dentro de mí música de volcanes, las estrellas parpadeando sobre mi cabeza. En esos instantes pienso que algo así tenían que sentir en un pasado los dragones cuando en plena ebullición de sus incendiadas fauces miraban el cielo.



MALETAS

En mi caso hacer el equipaje es toda una batalla, tengo pocas cosas pero mal definidas, hasta el punto que desconozco qué poseo en realidad, tan solo sé que algunas pertenencias son ligeras y ovaladas pero éstas a veces se alargan inesperadamente hasta romperse y vaciarse por completo. Otras en cambio son pesadas y con solo pensar en ellas modifican su forma, estorban por todas partes, me tropiezo con ellas, tengo las piernas llenas de hematomas, algún día van a lograr que me caiga y me de un mal golpe.

Hay incluso algunas cuya existencia es dudosa, a menudo ignoro si pertenecen al pasado, al presente o tan solo al universo de mis sueños. Así que no es extraño que a la hora de hacer las maletas nunca sepa si voy a tardar mucho o poco, son tantas las conjeturas, las hipótesis...La sucesión de enigmas me rompe los nervios, me fatiga en extremo, me deja sin fuerzas para nada y claro, en esas circunstancias siempre acabo anulando mis viajes.



DESFILE

Todos ellos calzaban zapatos distintos a los de su talla, a unos les venían demasiado pequeños y a otros demasiado grandes, debido a ello la mayor parte cojeaba o avanzaba con gran dificultad, así las cosas el desfile conmemorativo de la victoria en el que participaban resultaba grotesco.



EL TOISÓN DE ORO

Los camareros del Toisón de oro parecían flores mustias, servían como quien llora. Todo en aquel histórico café parecía ausente, como si en realidad, las mesas y sillas, y los grandes espejos que cubrían sus paredes, incluso aquellos tristes camareros con sus ajadas chaquetas blancas fueran la mera representación de la nada.

***

---Julia Otxoa---
(España, 1953) Poeta, narradora, ensayista, fotógrafa, artista plástico, poeta visual.

Su obra gráfica es importante y reconocida. Además, ha publicado trece libros de poesía; ocho de literatura infantil y entre los de cuento y minificción están: “Kískili-Káskala” (1994), “Un león en la cocina”(1999), “Variaciones sobre un cuadro de Paul Klee” (2002), “La sombra del espantapájaros” (2004), “Un extraño envío” (2006), “Un lugar en el parque”(2010), “Escena de familia con fantasma” (2013) y “Jardín de arena” (2014).
 
 

Microrrelatos de Juan Mihovilovich

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Fotos: Robert & Shana Parkeharrison

TORTURA

Sueña que lo alzan cual guiñapo humano chorreando sangre de narices. Siente la boca llena de coágulos espesos y dientes aflojados. Sueña que lo cuelgan de los pies y le golpean el cuello y la cabeza. Debajo las hormigas huyen de las gotas de sangre que remueven el polvo. Sueña que le abren los párpados resecos de lágrimas y queman su visión invertida.

Al despertar transpira helado y manotea en la oscuridad.

Se palpa el cuerpo como si algo le faltara.

-¿Qué te pasa?- Pregunta la esposa sacudiéndole los hombros.

-No es nada. Soñé que me estaban golpeando.- Contesta tembloroso, mientras su mujer se mira con horror las manos ensangrentadas.



PALOMAS


Al principio eran dos o tres y les dimos unas migajas de pan. A los pocos días una veintena parloteaba por el patio y otras subían picoteando las escaleras del edificio. Hace una semana centenares se asoman por las ventanas y las más cercanas nos miran compasivamente. Cuando algunas migajas caen hasta el suelo nos empujamos indignamente disputándolas sin ningún decoro.



VISITANTE


Lo angustia un temor envolvente al quedar solo en el cuarto. Se engaña inútilmente buscando en las repisas un libro para distraerse. Sabe que será inevitable apagar la luz cuando el sueño lo venza. Se despereza con gesto teatral y excusa su falta de cansancio en el espejo. Da unas vueltas pausadas, de fingidas apariencias, alrededor de la pieza. Al fin, se recuesta y presiona el interruptor. Queda de cara a las sombras sintiendo esa presencia invisible flotando en la oscuridad. -Es absurdo- piensa. -En esta habitación no hay nadie.- Y se cubre la cara con las sábanas. Pero una especie de jadeo cansado orillando la cama y un rumor sosegado en las paredes, lo aterra. Se incorpora sonriendo como si su temor fuera ridículo. Pretextando una lectura presiona de nuevo el interruptor. La luz abarca de golpe la habitación. Piensa que ese acecho endemoniado ha huido para siempre y procura dormir rodeado de esa claridad artificial.

Afuera el perro aulló toda la noche como si algo extraño le impidiera dormir en paz. 
 

 
ALIENÍGENA


Por un momento imagine no reconocerme. Que llegando de Venus surjo ante usted como un maniquí reflejado en la vidriera. Imagine que a pesar de ello percibió en mí un resto de vaga humanidad. Suponga un instante que su percepción y el reflejo son un antecedente mutuo y fraterno. Y por último -aunque se esfuerce en ignorarme- imagine por un segundo que el maniquí es usted y que yo, -viniendo de Venus cual ser humano común y corriente- yo sí lo reconozco.


MEDIAGUA

Teníamos mucho frío, así que decidimos sacar la puerta y quemarla en la cocina. Luego seguimos con los marcos de las ventanas, y al bajar la temperatura a cero grados desmantelamos los paneles. Cuando llegaron los bomberos estábamos abrazados sobre las cenizas. Apenas sentimos unas manos heladas tocando nuestros cuerpos todavía tibios.



---Juan Mihovilovich--- (1951)

Poeta, cuentista y novelista nacido en Punta Arenas, Chile. Es además abogado de profesión y juez rural por elección. Actualmente reside en Puerto Cisnes, Región de Aysén, donde se desempeña como juez de letras, garantía y familia. Ha publicado las novelas, El contagio de la locura (2006), Desencierro (2008), Grados de referencia (2011) y el libro de cuentos Restos mortales (2004). Otras novelas de su autoría son: La última condena, Sus desnudos pies sobre la nieve, El asombro, Yo mi hermano, y los libros de cuentos, El ventanal de la desolación, El clasificador y Los números no cuentan
 
 
Juan Mihovilovich. Foto: L. Elphick  
 

La mujer en el haikú japonés

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Utagawa Hiroshige


Por Alfredo Lavergne


En general, estos poemas fueron recibidos de traducciones al francés e inglés o fueron adaptadas del japonés al castellano, gracias al porfiado aporte de mis amigos Gilles Michuad, Mitsuo Horiguku, Jonh Horton y a mi limitado conocimiento de los idiomas que en esta labor me permito seleccionar no sin defectos.


Finalmente, que las aves más importantes de la poesía japonesa, el hototogisu (ave de bello canto - Cucurus poliocephalus) y el uguisu (ave de hermosos colores), son definitivamente “indomables” y menos aún adaptables al idioma de este trabajo (las defienden un mundo de haikus). Dejaremos en la papelera los acercamientos del uguisu con aves de América y los del hototogisu con el cuclillo, ruiseñor, colibrí, cuco, etc.


¿Qué es un haiku?

La huella de la historia del haiku remonta a los estudios de la primera antología poética reunida en el año 760 de la Era cristiana, Poemario de diez mil hojas y a los de la antología de poesía japonesa Korin-waka, recopilada por orden Imperial el año 905 del mismo calendario. En esa publicación y específicamente en su sección titulada Kaikai o “poemas libres”, descubrimos Tankas, la literatura más antigua del Japón, poema de 31 sílabas (5,7,5,7,7). Estos son poemas de menor extensión y más simples que la poesía tradicional de la época.

El haiku es un cambio o enfrentamiento dentro de los afilados metales de la tradición poética japonesa.

De la publicación Korin-waka y específicamente de su sección Kaikai, surgen nuevas formas de expresión poética. Una de ellas es la “Renga”, que es una variación del tanka. También de 31 sílabas, se compone de dos partes, la primera de 17 sílabas (5,7,5) y la segunda de 14 sílabas (7,7). En aquellos tiempos eran exclusivas de nobles y cortesanos. Una vez al alcance cultural de la plebe del siglo XVII la burguesía introduce cambios, la vulgariza y genera el denominado Kaikai-renga o “renga humorística”. En la renga un primer poeta crea los tres primeros versos para que luego otro forme un texto continuo. De esta continuidad de estrofas y del “colage” de letras adjuntadas al Kaikai-renga, poema de longitud variable trabajado por dos o más poetas y compuesto de preguntas y respuestas, poco a poco la estrofa inicial del primer poeta, 5/7/5 sílabas, el Hokku o Kaikai-hokku, se independiza y se presenta el haiku.

Diremos que el Haiku es un sector poético resumido de fórmulas antiguas, poema cargado de elementos de la naturaleza ligados al culto animista shinto, ejercicio espiritual, suspiro escrito, poesía del deleite, versos del “alma del Japón”, voluntad de ordenamiento del mundo, la capacidad del poeta japonés que observa y sintetiza su contacto con la naturaleza, el arte de sugerir un estado interior sin describirlo, inmediatez minimalista, referente de la estación climatérica representada y vivida por el poeta, la gran altura del precepto estético del oriente.

Agregaríamos a esas “tradicionales definiciones”, la existencia en la carne y el beso en la piel del poeta. La palabra cargada de budismo Zen y caligrafía de cultos peregrinos. El espejo intelectual y el espacio poético propio del poeta japonés...orientalizando otros estilos.

Apuntemos del ensayo La occidentalización de la Poesía japonesa de Alfonso Barrera V., Editorial Casa de la Cultura Ecuatoriana,1970, que nos sugiere; Salvado el respeto que merece la tradición (japonesa), que las formas de poesía antigua, no pueden ocultar, en su juego de preceptos, algo de receta casera o de tarea escolar. Y que el haiku sufrió no pocos cambios, tanto en el sentido estético como en la expresión, con los empujones que la técnica dio al mundillo metafísico, en las crisis sociales del hombre en Asia y en la occidentalización por los viajes transculturales del estilo.

Minimizaremos la introducción de Mujeres en el haiku japonés, con un haiku de Chiyo-Ni, para introducir el aporte de estas “haijinas” (poetas que laboran el haiku), al estilo y a la humanidad… Si por las mañanas se cierran / las campanillas en flor. / ¡Es por el odio del Hombre!
 
 
Miguel Elías


Haiku Selectos




Hawai Chigetsu (1632-1718)


Sola en la cama
Escucho un mosquito
Revolotea una triste melodía

Vienen los niños -
me sacan de la cama
y los años se van.

Para mi trabajo
En el fregadero
El canto del uguisu.

Visité su tumba en Kiso.
De abrir la puerta mostraría al Buda
brote de flores

Señalan con la mano -
En puntillas los niños
la luna admiran.


Den Sute-jo (1633-1698)
Discípula de Basho.

En el agua
teme a su reflejo
la luciérnaga.

Mañana nevada.
Por todas partes
huellas de zuecos.

Verano.
A través de las nubes
hay un atajo a la luna.

Ni una sola hoja
No duerme ni la luna
En este sauce


Sono-jo (Shiba Sonome. 1664-1726)

Violeta salvaje.
Incluso antes de florecer
se distingue.

Descontentas
Las violetas han muerto
También las colinas

El niño que cargo
en la espalda juega con mi cabello.
¡Qué calidez!

Tropezando
En una roca
El canto del hototogisu.


Ogawa Shushiki (1669-1725)
También conocida como Oaki y Ume Shuhuki.

Observen
La contemplación del cerezo
Embriaga.

Despierta
de este sueño
veré el violeta de los iris*

* Poema escrito poco antes de su muerte. La vida es un
sueño, la muerte una nueva y mejor vida. El color violeta
representa la juventud de la mujer.


Chiyo-Ni (Kaga No Chiyo. 1703-1775)

Religiosa budista. Se casó muy joven y quedó viuda
a temprana edad. Sin duda la más conocida
y respetadas de las poetas japonesas.

Los caballos al galope
Huelen sus cuartillas
Un perfume de violetas

Roza
El hilo de la caña de pescar
La luna en verano

Como la nieve
mi pálido reflejo
en el agua.

Todo lo que recogemos
en la playa de marea baja.
Se mueve

Sin niño que se acerque
Las paredes de papel
Están frías

En el llano y la montaña
Todo parece inmóvil
Esta mañana nevada

Si por las mañanas se cierran
las campanillas en flor.
¡Es por el odio del Hombre!

En las lluvias de primavera
Todo las cosas
Son más bellas

La rama en flor del ciruelo
otorga perfume
al que la corta.

Del violeta de las nubes
Al morado de los iris
Se dirige mi pensamiento*

* Chiyo-ni, describe la muerte de su joven madre en
el humo del crematorio y en el color morado del iris,
el reflejo de los suyos en kimonos de verano.
¿La partida de la madre, la familia y la continuidad
de la vida?

¡Luciérnagas. Luciérnagas!
Por el río
las tinieblas pasan.

Muchas veces
¡Hototogisu, hototogisu!
y amanece.

Habiendo observado la luna
Parto de esta vida
Con una bendición

El agua se cristaliza
Las luciérnagas se apagan
Nada existe*

* Escrito poco antes de su muerte.


Matsumoto Koyu-Ni (Haijina del siglo XVIII)
Algunos traductores nos la presentan como
Kokju-ni, 1713-1781.

Las flores caídas
Ahora nuestras mentes
Están en paz


Seifu-Ni (Enomoto Seifujo) (1732-1814)

Religiosa

Quietud.
Una mariposa fuera de la lluvia
vaga en mi alcoba.

El bebe
mostrando una flor
abre su boca.

Fin de la primavera.
Entre las medicinales artemisas
las osamentas humanas.

La mariposa es vieja.
Pero mi alma
en los crisantemos juguetea.

Todos duermen.
No queda nada
entre la luna y yo.

El camino estrecho
termina en un campo
de porros.


Tagami Kikusha-Ni (1753-1826)

Religiosa budista.

Deseo partir
Peinada de luna
Bajo el cielo errante

Todo mi cuerpo
En este otoño se siente
Crepúsculo en la lluvia

Tomando el fresco sobre el puente
La luna y yo
Quedamos solas

En mi sombrero
En lejanas montañas
Sonido de hojas


Oku Michihiko (1755-1818)


La luna y la nieve.
A través de la llovizna
la luz de la mañana.

Dos casas
con las puertas abiertas.
Montañas en otoño.


Imaizumi Sogetsu-Ni ( -1804)

Luego del baile
El viento en los pinos
El canto de los insectos

Amanece
la luna y la nieve
de un color.


Akiko Yanakiwara (1878-1942)
Es recreada en el interesante trabajo, “Three Women Poets
of Modern Japan” de Gleen Hughes and Yozan Iwazaki,
University of Washington Book Store, 1932.

El bote se aleja
y forma un camino blanco
mi dolor y su huella.

Más rápido que granizo
y más liviano que pluma
un pensamiento cruzó mi mente.

Vivo el espejismo de estar contigo
y así camino
bajo la luna por un bosque en flor.


Abe Mirodijo (1886-1980)

Por el cañaveral marchito
Oscurecidas por las nubes
El agua duerme

El insecto
Luego de invernar
Como infante trabaja sus patas

Mariposa de otoño.
Me dejaste sola
entre los montes.



Sugita Hisajo (1890-1946)

De pureza blanca
arquean sus pétalos
los crisantemos de luna.

La luna cala
entre mi ropa
hasta mi piel.

Indómito hototogisu.
Pasas haciendo ecos
a tu antojo.


Huyemaruko Shizuku (1898-1992)

Soledad.
Las nubes en el pico de la montaña
y el saltamontes salta en el valle.


Hashimoto Takako (1899-1963)

Bajo la viva luna
duermo
con un moribundo.

Después de mis lágrimas
La plenitud
De mi soplo blanco

Hortensia.
La carta de ayer
se volvió noticia vieja.

Ráfaga de nieve.
En sus brazos
sofoco.


Mitsuhashi Takajo (1899-1972)

Adiós.
Más allá de la neblina
una niebla más profunda.

Sobre un trineo sin luz
A la caída del día
En la llanura nevada

El granizo.
Un pájaro de fuego
en su boca.


La mujer en el haiku del SIGLO XX


NAKAMURA TEIJO
Fundó la revista Kazahama. Es la poeta
tradicionalista, respetuosa del kigo y “saijikis”.

La flor de loto
Su hojas y las marchitas
Flotando en el agua

Este hombre
Bajo un cerezo en flor
Estaba al fresco

Al arrozal en primavera
La mujer afuera
Mirando serenamente

Noche fría.
Si cubro mi hija
se me arrima.


HOSHINO TATSUKO
Fundó una revista de haiku exclusiva para
mujeres y colaboró en la prestigiosa Hototogisu.

Blancos los rostros
Que observan
El arco iris.

Generoso verdor
El plato en verano.
Tanta verdura.


SUZUKI MASAJO


Noche de escarcha.
¿Cómo dormir
si el mar no duerme?

El color de fuego
incendia nuestra casa.
El crepúsculo

He robado un hombre
Nada de valor
Enrolló la persiana

Consolándome una vez más
En la nieve primaveral
Hablando conmigo mismo


TAKAGI HARUKO

¡Ser un oso
invernando
al fondo de su cueva!


NOZAWA SETSUKO


Otoño en las montañas.
Tantas estrellas
y tantos lejanos antepasados.

La primera nevada
Comienza en la oscuridad
Termina en la oscuridad


IIJIMA HARUKO

El lirio de la montaña.
Su polen sube
y empapa mis senos.


KUBOTA KEIKO


Cielo nevado.
Yo no conocí mi padre
en su cincuentena.


KAKIMOTO TAE

Hija de sacerdote budista.

Una mariposa de invierno cerca de mí
La gran campana del templo
Se mueve lentamente

Un ruido
Cavan una fosa
Detrás de las camelias

Una bandera roja
en un callejón de Nara
y la luna del día.

Levantando la cortina
del verano que termina.
No veo nada

Rodeada de crisantemos
Paso la mano por mis mejillas
Que son ásperas


SAITO UMEKO


En mi palma
no hay nada.
Relámpagos en la noche


NAGASHIMA YASUKO


En el plato de vidrio
el tintineo de las espinas del pescado.
Una familia común


HIRAMATSU YOSHIKO

Cortando la paja
Bajo estrellas marchitas
Mi guadaña golpea una tumba


FUYUNO NIJI

Fiesta de primavera.
Desde el fondo del agua
las plantas me llaman.

Aún sin nombre
Entonces esta hamaca
Es lisa y resbalosa

Pavo blanco
Fiebre
Cuando me levanto al amanecer

La primavera reflexiona.
Los brazos cruzados
en la velocidad de raíces amargas.

En el cuarto oscuro de las fotos
dejo una postal
con un ciruelo en flor.

Ante el mar agitado
la cuerda a saltar
abre un vacío.

De paso
tomo para mí
la luz del narciso.










Atsuki Segawa


Microrrelatos de Juan Manuel Montes

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El baile nupcial


El loco Julio, alimenta a las palomas de la misma manera que su madre alimentaba a las gallinas. Mueve primero su mano derecha en un cuenco (dejando caer unas pocas miguitas) y repite la escena con su mano izquierda, casi como invitándolas a bailar un minué. De entre todas las que lo rodean, elige una, y el loco Juan se saca el sombrero (y caen más miguitas). La paloma retrocede, pero él, galante, se le acerca y le extiende la mano. La paloma se voltea y toma un pedacito de pan, él encantado de ser correspondido, le sonríe.

Ahora, la pareja baila haciendo círculos dentro de una ronda alada, gris y blanca. El baile continúa hasta que se le acaban las miguitas. Luego su paloma lo observa, espera más pan, pero él le muestra las manos vacías. Ella espera ladeándole la cabeza, espera, espera… y sale volando.

El loco Juan, piensa, quizá así es el amor.



Evolución histórica y antropológica de la Nación


Durante el periodo de la guerra civil, el pueblo era arrastrado hacia los campos de batallas en donde morían cientos o miles de personas al defender los colores en los que creían. Unos portaban divisas y banderas celeste y otros coloradas.

Hoy, doscientos años después, el celeste mutó a azul y oro; y el colorado a rojo y blanco. También el pueblo es arrastrado hacia otros campos pero solo mueren dos o tres por enfrentamiento, y cabe destacar que esto solo sucede fecha de por medio.

No cabe duda de que, como Nación, hemos evolucionado.



Accidente: día 20


Por desgracia sobrevivimos. Ni yo era tan buen piloto ni tú tan buena compañía. Dentro de este horizonte blanco, todo se ha mantenido quieto e inmóvil como si el mundo aún no comenzara. Ya no temo que los rescatistas o mi familia nos encuentren juntos.

La poca comida que trajimos para nuestro fin de semana de pasión, hace semanas se acabó y en estas alturas nada crece, porque nada hay y la nieve sola no sacia el hambre. Hoy temo decirte en voz alta que esas curvas que tienes me gustan cada día más.



Después del primer beso

Luego de haber destruido la maldición, la Bestia se deshizo de su condición zoomórfica para ser sólo un hombre normal, demasiado normal llegó a pensar Bella ya que los jueves salía con sus amigos a tomar unas cervezas, el viernes se pasaba toda la tarde lavando su carruaje y pasándole pasta para lustrar madera a las ruedas, el sábado y el domingo se sentaba en el sillón de la sala frente al espejo mágico para ver a un grupo de hombres patear a una pelota redonda y cosida.

De esta manera la pobre Bella envejecía año tras año y siempre antes de dormir cerraba bien la puerta de la habitación, se arrojaba al piso y abrazaba la alfombra de oso, llorando su desconsuelo.



Entre la jauría


Dicen que los lobos devoran a sus víctimas mientras aún siguen con vida. Tienen razón.


***

---Juan Manuel Montes---



Escritor, profesor de Lengua y Literatura por la U.N.Cuyo, Mendoza, Argentina. Miembro de Triple-C (La cofradía del cuento corto). Ha publicado en 2008 La soledad de los héroes, y en 2012 Relatos desde liliput. Sus textos aparecen en diversas antologías como: Con la literatura no se juega (2012), Destellos en el cristal (2013), Brevedades: antología argentina de cuentos re breves (2013),El mundo de papel (2014), Fútbol en breve (2014) y Todo el país en un libro (2014). 
 
Juan Manuel Montes
 

Los fantasmas y yo: microrrelatos de René Avilés Fabila

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Obras de Rufino Tamayo

Los fantasmas y yo


Siempre estuve acosado por el temor a los fantasmas, hasta que distraídamente pasé de una habitación a otra sin utilizar los medios comunes.


Euclideana

En una ciudad actual la distancia más corta entre dos puntos no es la recta: es el zigzag que nos evita los semáforos.


Anuncio


Oriundo de Hamelín, soy flautista y alquilo mis servicios: puedo sacar las ratas de una ciudad o, si se prefiere, a los niños de un país sobrepoblado.



El flautista electrónico de Hamelín

Como no quisieron pagarle sus servicios, el flautista, furioso, decidió vengarse raptando a los niños de aquel ingrato pueblo. Los conduciría por espesos bosques y altas montañas para finalmente despeñarlos en un precipicio. Sus padres jamás volverían a verlos. Para ello no era suficiente su flauta mágica, sino algo más poderoso. Optó entonces por prender el aparato televisor: los niños encantados lo siguieron hasta su perdición. (En Revista Puro Cuento, 1987)


Soñar o no


Soñar que uno sueña es algo tan común, trillado, que mucho ha servido a la literatura. Pero soñar que uno no sueña es algo distinto y quizá novedoso. 
 



Un hada en mis sueños

En mi sueño, esa hermosa mujer, alta y esbelta, de sedoso cabello negro, misteriosa, acepta mi conversación. Hablamos de pintura. Al poco tiempo hacemos el amor. Luego, en un edificio extraño, bajamos por unas escaleras eléctricas muy largas. Avanza más rápido que yo. En la medida en que se aleja de mí presiento peligro y trato de alcanzarla. Entre nosotros hay dos jóvenes, uno saca el revólver y le dispara; la mujer cae al suelo e inútilmente trato de auxiliarla. El otro tipo también la balea. La sostengo en mis brazos y veo cómo desaparecen los criminales. Al despertar sé que ella me amaba y la echo de menos, necesito verla. No quiero averiguar por qué la mataron, tampoco siento ningún deseo de venganza. Tan sólo aguardo con ansiedad las noches para dormir y estar en posibilidades de soñar con la enigmática mujer, evitar que la asesinen y de tal forma extender nuestra pasión, que fue violenta y que fue dulce.



El vampiro literario


Las 12 de la noche. La luna estaba oculta tras nubes espesas y entonces la oscuridad aterraba. El vampiro abandonó su féretro en busca de víctimas que le proporcionaran alimento. Se puso su capa negra y avanzó hacia la biblioteca del gran castillo amurallado. Sus pies apenas tocaban el suelo, casi flotaba. Mostrando lo colmillos marfilinos y agudos parecía sonreír. Era un espectáculo macabro que pocos hubieran resistido. Sus ojos rojizos brillaban en la noche y lo conducían hacia sus objetivos.

Ya en la biblioteca, el monstruo infernal prendió la pequeña lámpara del escritorio y sin mayores trámites tomó libros de Cervantes, Shakespeare, Poe, Joyce, Kafka, Proust, Faulner, Hemingway… y se dispuso a beberles la sangre para escribir su novela.
 
 

Wells y Eistein

Aquel científico necesitaba saber qué sucedería si en la máquina del tiempo retrocedía al momento en que sus padres estaban por conocerse e impedir la relación.
Apareció en esa época sin mayores dificultades. Un joven llegaba al pueblo donde el destino le deparaba una esposa. De inmediato supo quién era. No en vano había visto fotografía del álbum familiar. Lo que hizo a continuación fue relativamente sencillo: convencer a su padre de que allí no estaba el futuro, de que mejor fuera a una gran ciudad en busca de fortuna. Y para cerciorarse lo acompañó a la estación de ferrocarril. Se despidieron y mientras desde la ventanilla una mano se agitaba, el riguroso investigador sintió como poco a poco se desvanecía hasta convertirse en nada.


Frankensteiniana


El señor Gerardo de la Torre fue arrollado por el tren de Cuernavaca. Como es costumbre, trató de pasar primero y no supo calcular la velocidad de la máquina. De su cuerpo despedazado, según informaron médicos del Banco Nacional de Reconstrucción Humana, sobreviven algunos dedos de la mano derecha, la pierna izquierda, y la nariz, hallada lejos del sitio del accidente, aún daba señales respiratorias. Estos órganos fueron conducidos a un refrigerador en donde aguardan ser colocados en otros cuerpos.


El hombre lobo

Damas y caballeros: están a punto de presenciar una de las más asombrososa metamorfosis: este terribe y feroz lobo, de aspecto innoble y aterrador, medinate efectos especiales que hemos conseguido llevar a cabo (en unos minutos parecerá que estamos en plena noche de luna), se transformará e un lastimoso e indefenso ser humano.


El hombre árbol

(Apuntes para un cuento de hadas)

Un hombre se come la semilla de un fruto mágico. Dentro de él germina, crece se mezcla con el organismo humano y al poco tiempo se convierte en un árbol pensante, cuyos frutos tienen ideas.


Historia erótica de un McDonald’s

Luego de una Big Mac, que mucho nos excitó, Alice y yo fuimos a un motel. Algo deben de tener las hamburguesas, dijo ella tocándose los muslos con fiereza, deber ser la cebolla, el tocino o posiblemente la salsa Ketchup. Aguarda, le advertí, no tardaremos en llegar. De lo contrario, tú terminarás antes de tiempo y yo tendré que masturbarme. Aceleré mi Harley –Davidson y pronto estuvimos en una enorme habitación del motel La guarida del León Degenerado, con jacuzzi y cama de agua. Como pudimos, nos desvestimos. En mi caso era complejo: botas, chamarra de cuero, camisa vaquera, cinturón de hebilla de plata, jeans… Ella sólo traía una falda corta, medias negras, una sudadera que precisaba el origen de sus estudios: University of Kansas y una mascada para sujetarse el cabello rubio. Nos abrazamos con fuerza y caímos sobre la cama. La besaba y ella correspondía con fogosidad. Jadeando, preguntó: ¿Qué hago amor? ¡Muévete!, contesté imperioso. Y Alice comenzó a hacer aerobics.


Franz Kafka

Al despertar Franza Kafka una mañana, tras un sueño intranquilo, se dirigió hacia el espejo y pudo comprobar horrorizado
 
.....a. que seguía siendo Kafka,


.....b. no estaba convertido e un monstruoso insecto,


.....c. su figura era todavía humana.


Seleccione el final que más le agrade marcándolo con una equis.



El harén de un tímido

Como temía decirles que no, opté por conservar a todas las mujeres que he amado.

En Cuentos de hadas amorosas, 1998



Las sirenas o la libre empresa


Cierto balneario hubo de adquirir, para fines estrictamente propagandísticos, un lote de sirenas. Traídas en peceras anchas y altas, las distribuyeron por todas las piscinas. Para que no extrañaran su lugar de origen, también se compraron pececillos dorados, caballos de mar y uno que otro tritón. El siguiente paso fue ahondar las albercas y colocar un letrero luminoso que con descaro anuncia a las bellas y sugestivas sirenas e indica tarifas.

Ninguno nada por admirarlas. Su belleza es elocuente. Pero como lanzan al viento su voz que encanta a los humanos hasta cultivarlos y hacerles olvidar a la mujer y a los hijos, es indispensable tener dos o tres salvavidas -cuyos oídos están tapados con cera dulce- dispuestos a evitar que alguna persona se ahogue al arrojarse tras ellas.
La clientela, masculina en su totalidad, abarrota las piscinas desde entonces. Los balnearios cercanos, sin recursos económicos suficientes para contrarrestar la hábil propaganda, tuvieron que cerrar por quiebra, ya que sus albercas se habían secado de soledad.

(El pez grande se traga sin remedio al pequeño.)

***

René Avilés Fabila nació el 15 de noviembre de 1940, en México, DF, donde actualmente vive. Obtuvo la licenciatura en relaciones internacionales e hizo estudios de posgrado en la Universidad de París, Francia. Su bibliografía reúne cuentos, novelas, libros de memorias, ensayos y artículos. Destacan las novelas Los juegos, Tantadel, La canción de Odette, El gran solitario de Palacio, Réquiem por un suicida, El reino vencido y El amor intangible; los volúmenes de cuentos Hacia el fin del mundo, La lluvia no mata a las flores, Fantasías en carrusel, Todo el amor, Cuentos de hadas amorosas, El Evangelio según René Avilés Fabila y El bosque de los prodigios; los libros autobiográficos Recordanzas, Nuevas recordanzas y Memorias de un comunista. Ha sido incluido en antologías nacionales y extranjeras, está traducido a diversos idiomas y actualmente aparecen sus Obras completas. Si bien sus textos de microficción están esparcidos a lo largo de más de una docena de libros, la mayor parte de sus relatos breves están en los dos tomos de cuentos titulados Todo el amor y los dos llamados Fantasías en carrusel, todos editados por Nueva Imagen. Es, sin duda alguna, uno de los más fieles seguidores del texto breve de su país y Latinoamérica.

En: Internacional Microcuentista



Autobiografía procaz. Aquí 
 

Muchos de estos microrrelatos fueron seleccionados del blog Máquina de coser palabras, de Juan Yanes.
 
 
René Avilés Fabila
 

Árbol de Diana

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Dibujos de Alejandra Pizarnik




Por Alejandra Pizarnik


1
He dado el salto de mí al alba.
He dejado mi cuerpo junto a la luz
y he cantado la tristeza de lo que nace.

2
Estas son las versiones que nos propone:
un agujero, una pared que tiembla...

3
sólo la sed
el silencio
ningún encuentro
cuídate de mí amor mío
cuídate de la silenciosa en el desierto
de la viajera con el vaso vacío
y de la sombra de su sombra

4
Ahora bien:
Quién dejará de hundir su mano en busca
del tributo para la pequeña olvidada. El frío
pagará. Pagará el viento. La lluvia pagará.
Pagará el trueno.

5
por un minuto de vida breve
única de ojos abiertos
por un minuto de ver
en el cerebro flores pequeñas
danzando como palabras en la boca de un mudo

6
ella se desnuda en el paraíso
de su memoria
ella desconoce el feroz destino
de sus visiones
ella tiene miedo de no saber nombrar
lo que no existe

7
Salta con la camisa en llamas
de estrella a estrella,
de sombra en sombra.
Muere de muerte lejana
la que ama al viento.

8
Memoria iluminada, galería donde vaga
la sombra de lo que espero. No es verdad
que vendrá. No es verdad que no vendrá.

9
A Aurora y Julio Cortázar

Estos huesos brillando en la noche,
estas palabras como piedras preciosas
en la garganta viva de un pájaro petrificado,
este verde muy amado,
este lila caliente,
este corazón sólo misterioso.

10
un viento débil
lleno de rostros doblados
que recorto en forma de objetos que amar

11
ahora
en esta hora inocente
yo y la que fui nos sentamos
en el umbral de mi mirada

12
no más las dulces metamorfosis de una niñ3; de seda
sonámbula ahora en la cornisa de niebla

su despertar de mano respirando
de flor que se abre al viento

13
explicar con palabras de este mundo
que partió de mí un barco llevándome

14
El poema que no digo,
el que no merezco.
Miedo de ser dos
camino del espejo:
alguien en mí dormido
me come y me bebe.

15
Extraño desacostumbrarme
de la hora en que nací.
Extraño no ejercer más
oficio de recién llegada.
 
 

16
has construido tu casa
has emplumado tus pájaros
has golpeado al viento
con tus propios huesos
has terminado sola
lo que nadie comenzó

17
Días en que una palabra lejana se apodera de mí. Voy por esos días
sonámbula y transparente. La hermosa autómata se canta, se encanta,
se cuenta casos y cosas: nido de hilos rígidos donde me danzo y me
lloro en mis numerosos funerales. (Ella es su espejo incendiado, su
espera en hogueras frías, su elemento místico, su fornicación de nom-
bres creciendo solos en la noche pálida.)

20
a Laure Bataillon

dice que no sabe del miedo de la muerte del amor
dice que tiene miedo de la muerte del amor
dice que el amor es muerte es miedo
dice que la muerte es miedo es amor
dice que no sabe

21
he nacido tanto
y doblemente sufrido
en la memoria de aquí y de allá

22
en la noche
un espejo para la pequeña muerta
un espejo de cenizas

23
una mirada desde la alcantarilla
puede ser una visión del mundo
la rebelión consiste en mirar una rosa
hasta pulverizarse los ojos

32
Zona de plagas donde la dormida come lentamente
su corazón de medianoche.

33
alguna vez
alguna vez tal vez
me iré sin quedarme
me iré como quien se va


34
la pequeña viajera
moría explicando su muerte

sabios animales nostálgicos
visitaban su cuerpo caliente

35
a Ester Singer

Vida, mi vida, déjate caer, déjate doler, mi vida, déjate enlazar de fuego,
de silencio ingenuo, de piedras verdes en la casa de la noche,
déjate caer y doler, mi vida.


37
más allá de cualquier zona prohibida
hay un espejo para nuestra triste transparencia


38
Este canto arrepentido, vigía detrás de mis poemas'
este canto me desmiente, me amordaza. 
 
 
 
 

Microrrelatos de Gabriel Jiménez Emán

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Gustav Klimt


Última carta de Ambrose Bierce



A Víctor Valera Mora


Esta es la última carta que te escribo. No porque quiera, sino porque materialmente no puedo hacerte otra. La tinta está cara, lo sé, y tampoco ahora fabrican los lápices que me gustan. Ya no hay cuadernos como los de antes, muy anchos y de páginas blancas y suaves. Las estampillas han subido mucho, pero de cualquier modo ahora no las necesito, ni siquiera un sobre para meter la carta cuando esté terminada, porque en verdad ahora lo urgente es el tiempo, se acaba el tiempo y todavía no he empezado a escribir todas las cosas que debo decirte, aunque me exijo un enorme esfuerzo para mover las manos y sacarme el lápiz y el papel que llevo en los bolsillos.
Me cuesta solamente intentarlo, pero todo estará recompensado sabiendo que leerás mi carta como si fuese la primera misiva de amor que te envié desde aquella ciudad remota cuyo nombre olvidé; además en este instante todo se me borra en la memoria debido a la escasez del aire y a cierta incomodidad que no debiera representar un problema en un momento tan importante para nosotros como éste.
También me apena molestarte porque debes ser tú la que debes venir a buscar la carta, pues a mí me da vergüenza presentarme con esta corbata y este traje negro que no me pertenecen. Perdóname, desde el comienzo no he hecho más que lamentarme y hay tantas otras cosas en las cuales no es justo culparte de nada, pero has debido fijarte bien, cuando me viste en la cama no estaba muerto sino dormido, y delante de ti me taparon y metieron en este ataúd donde me cuesta mucho escribirte porque no hay luz y es bastante incómodo gritar en esta posición y sin el aire suficiente para rogarte que me saques de aquí.



Los dientes de Raquel

Raquel mordió una manzana, y todos sus dientes quedaron en ella. Fue a su casa con la boca sangrando a avisarle a su mamá. La mamá vino corriendo asustada a buscar los dientes de Raquel, y cuando llegó, los dientes se habían comido la manzana.
La mamá quiso recogerlos, pero los dientes se levantaron y se comieron a Raquel y a la mamá.
Después, los dientes volvieron a la boca de Raquel, quien muy hambrienta corrió a pedirle a su mamá que le comprara una manzana. 
 

Un pez arrepentido


Frank Tor lloró tanto que se convirtió en pez. Después se arrepintió tanto de haber llorado, que odió ser pez (sus lágrimas no tienen valor en las profundidades del mar), y así, de tanto llorar de ser pez, Frank Tor es hoy el único hombre-pez que existe y se cree que jamás podrá ser encontrado para preguntarle porqué ha llorado tanto.



El hombre de los pies perdidos

Un día un par de pies que habían perdido su dueño entraron a un bar a tomar cerveza.

—Disculpen— dijo el portero. Aquí no puede entrarse sin zapatos.

—Ah, es verdad— dijeron los pies, y se regresaron a una zapatería. Ahí fueron muy bien atendidos: encontraron a unos zapatos que les calzaron de maravilla. Entonces se dirigieron nuevamente al bar, y el portero se alegró mucho de que los pies estuviesen ahora protegidos y elegantes.

El hombre que había perdido sus pies estaba muy incómodo, pues los necesitaba para ir a tomar cerveza; era mediodía y hacía un calor terrible.

El hombre se las arregló para llegar hasta un taxi, y pedirle lo llevara hasta donde quería ir. Al llegar a la puerta del bar, el portero le dijo:

—Disculpe señor. No se puede entrar sin pies.

—No puede hacerme esto— dijo el hombre. Es muy difícil encontrar unos pies a esta hora.

—No lo es— respondió el empleado. —Hace poco entraron unos aquí.

—Entonces deben ser los míos. Solemos tomar cerveza a esta misma hora. Déjeme entrar.

—No puedo— replicó el portero. —Mejor se los llamo. Espere aquí.

El portero se alejó a buscarlos, y el hombre pensó que era una gran suerte haber coincidido en aquel bar. Cuando el portero y los pies regresaron, el hombre no pudo reconocerlos, pues traían puestos unos extraños zapatos.

—Qué desea?— preguntaron los zapatos.

—Quiero saber si esos son mis pies— respondió el hombre. Los necesito para entrar al bar.

Entonces los zapatos comenzaron a desamarrar sus trenzas.

Al instante, los pies estuvieron descubiertos, y con gran sorpresa el hombre vio que no eran los suyos. Los pies volvieron a calzar sus zapatos y, muy contentos de no pertenecer a nadie, regresaron al bar.

El hombre aún no ha podido tomarse esa cerveza.



El idiota

Cuando el sabio señaló la luna, el idiota se quedó mirando el dedo del sabio, y vio que se trataba del índice. Era un dedo arrugado, envuelto en una epidermis desgastada, cuyo tejido anterior se hacía tan fino que el espesor de la sangre, fragmentado en pequeños puntos rojos, se dividía a su vez en forma de tabique, debido a las líneas irregulares que en grupos de cinco separaban las falanginas de las falangetas. Por la parte posterior, en la superficie de los nudillos, estas líneas eran más numerosas y parecían nervaduras de hoja, pues el sabio era tan viejo que la piel del nudillo era un pellejo de consistencia inerte, y hasta tenía ciertas marcas de los mordiscos leves que el sabio le había dado en los momentos de reflexión.



En los demás dedos del sabio había ciertos vellos que el idiota apenas podía registrar con el ojo. Tal era su concentración en el índice, distinto de aquellos por ser lampiño, con los poros más grandes y de una uña más pronunciada, curva y de una pátina tenue de amarillo. Su superficie se adivinaba casi tan lisa como la de un cristal, y brillaba. El contorno de la cutícula estaba perfectamente dibujado; no había en su línea cóncava ni el más mínimo desprendimiento. El nacimiento de la próxima uña, blanco y puntiagudo, formaba con la cutícula un óvalo que el sabio miraba a veces, encontrando en él una especie de centro universal cuyo significado desconocía. Se detuvo por fin el idiota en la parte superior de la uña, que coincidía exactamente con el nivel de la yema, y cuyo borde se inclinaba hacia abajo. Allí el idiota vio, perfectamente reflejada y redonda, a la luna.



Archivo de olvidos

A todos nos llegará el tiempo de la memoria, y cuando le llegue a Ernesto va a ser muy difícil para él.

Vive recordando que tiene que olvidar su pasado, y no piensa en el futuro porque le asusta la idea de olvidar los recuerdos que le deja el presente, su terrible presente, su archivo de olvidos.

Por eso, cuando llegue el tiempo de la memoria, Ernesto va a verse en el enigma de recordar lo que siempre ha tenido que olvidar.



Pequeño cielo

Cuando muera, no quiero ir a un cielo grande, de extensión inmensa y promesas cumplidas. No me engaño al saber que lo merezco: he sido bueno, he sacrificado mi vida por los demás y nunca he hecho mal a nadie, ni siquiera por olvido u omisión. He sido fiel a mi mujer y he creído en el Señor hoy, antes y después, por encima de todo creo en el Señor Todopoderoso, y que alguno de mi familia ha de seguirme.

Por todo ello, pido cuando muera ir a un cielo pequeño, privado, donde vuelva a encontrarme con mi padre y mi madre y ver cómo ellos se besan y aman, y entonces yo vuelva a estar en el vientre de mi madre, chupando con fruición el pequeño cielo de mi dedo pulgar.



Entre ángeles

Dos ángeles regresan volando, uno del cielo y otro del infierno, y coinciden por casualidad en una nube, donde se sientan a descansar.

—¿A dónde te diriges?— el pregunta al otro el que viene del cielo.

—Al cielo. ¿Y tú?

—Al infierno.

—¿Entonces que hacemos aquí?

—Pues nada— dijo el que venía del cielo. —Me imagino que contribuyendo al fortalecimiento de la naturaleza humana.

—Sí, estoy de acuerdo. Feliz viaje al cielo entonces, amigo.

—Y tú, que disfrutes de un buen recorrido por el infierno. Nos vemos aquí a tu regreso, en esta misma nube ¿te parece?

—Seguro.



Diálogo en un bar


—La vida no tiene sentido.

—De acuerdo: no lo tiene.

—Entonces, ¿para qué vivimos?

—Vivimos sólo para eso: para vivir, no hay más nada.

—O quizá para morir.

—No, eso es otra cosa. La muerte es independiente.

—Mientras vivimos vamos muriendo. Eso lo sabe todo el mundo.

—Pero no nos damos cuenta.

—Sólo cuando estamos viejos nos parece que es así, aunque ya sea tarde. No necesitamos ese consuelo porque ya hemos vivido.

—Por eso te digo: la vida no tiene sentido.

—Eso no puedo contradecirlo. Aunque lo dices con cierto tono fatalista.

—¿Fatalista yo?

—Sí. Hablas como si la vida tuviera que poseer un sentido. ¿Sentido de qué?, me pregunto.

—Pues de crear, de amar, de tener hijos... qué sé yo.

—Eso es otra cosa. Son cosas sin sentido también.

—Ahora el que suenas fatalista eres tú.

—Tal vez. Aunque nadie puede considerarme un escéptico.

—Ahora sí parece que estamos entrando en asuntos filosóficos.

—A lo mejor ese sea el mejor sentido de la vida: el de notar su sinsentido.

—No, eso me parece una paradoja fácil.

—Sí, una paradoja, pero no fácil.

—Como si fuésemos la broma de algún dios.

—Sí, algo así.

—Entonces estamos de acuerdo.

—De acuerdo.

—Hasta luego.
—Hasta nunca.



Inundación

Una mañana, la mujer de Tesalio lo despertó para decirle:

—Mi amor: estamos inundados.

—No importa— respondió Tesalio entre dientes, dando vueltas en la cama y sin poder abrir los ojos. —Sacamos el agua y asunto arreglado.

—Es imposible— replicó ella. —Estamos en el mar.

—Ah, entiendo— dijo Tesalio sin abrir los ojos.

Y se ahogaron.



Ocho cuentos mínimos


Dios

Dios mío, si creyera en ti, me dejaría llevar por ti hasta desaparecer, y me he dejado llevar y no he desaparecido porque creo en ti.


El hombre invisible

Aquel hombre era invisible, pero nadie se percató de ello.


Los 1001 cuentos de 1 línea
Quiso escribir los 1001 cuentos de una línea, pero sólo le salió uno.


La brevedad
Me convenzo ahora de que la brevedad es una entelequia cuando leo una línea y me parece más larga que mi propia vida, y cuando después leo una novela y me parece más breve que la muerte.


La prueba irrefutable

Hoy soñé que había muerto. Esa es la prueba irrefutable que dejo a los demás acerca de mi seguro paso por la tierra.


El laberinto

Al salir del primer tramo del laberinto, al hombre le esperaba lo más difícil en el segundo tramo: entrar a sí mismo. 
 

El método deductivo

Al abrir el periódico, vio que el asesino le apuntaba desde la foto. Lo cerró rápido, antes de que la bala pudiera alcanzarle en la frente. Dejó el periódico a su lado, todavía humeante.


Hasta el infinito
Aquel señor pensaba tanto en el infinito, que una tarde se quedó dormido y desapareció.


Selección de Virginia Vidal.




***

Gabriel Jiménez Emán (Caracas, 1950), escritor venezolano destacado por su obra narrativa y poética, la cual ha sido traducida a varios idiomas y recogida en antologías latinoamericanas y europeas.

Vivió cinco años en Barcelona y ha representado a Venezuela en eventos internacionales en Atenas, París, Nueva York, México, Sevilla, Salamanca, Oporto, Buenos Aires, Santo Domingo, Ginebra y Quito. En el terreno cuentístico es autor de Los dientes de Raquel (La Draga y el Dragón, 1973), Saltos sobre la soga (Monte Ávila, 1975), Los 1001 cuentos de 1 línea (Fundarte, 1980), Relatos de otro mundo (1988) Tramas imaginarias (Monte Ávila, 1990), Biografías grotescas (Memorias de Altagracia, 1997), La gran jaqueca y otros cuentos crueles (Imaginaria, 2002), El hombre de los pies perdidos (Thule, España, 2005) y La taberna de Vermeer y otras ficciones (Alfaguara, Caracas, 2005) Había una vez…101 fábulas posmodernas (Alfaguara, 2009) y Divertimentos mínimos. 100 textos escogidos con pinza (La parada literaria, Barquisimeto, 2011), Consuelo para moribundos y otros microrrelatos (Ediciones Rótulo, San Felipe, Estado Yaracuy, 212), Cuentos y microrrelatos (Monte Ávila Editores Biblioteca Básica de Autores Venezolanos, Caracas, 2013), Gabriel Jiménez Emán. Literatura y Existencia. Valoración Múltiple de su obra Varios autores (Imaginaria, San Felipe, estado Yaracuy, 2013).

En el campo novelístico es autor de La isla del otro (Monte Ávila, 1979), Una fiesta memorable (Planeta, 1991), Mercurial (Planeta, 1994), Sueños y guerras del Mariscal (Tres ediciones: Sueños y guerras del Mariscal, Ediciones B, Bruguera, Caracas, 2007; Sueños y guerras, Fondo Editorial Eugenio Espejo, Quito, Ecuador, 2010; Sueños y guerras, Alba Bicentenario, Narrativa, Editorial Arte y Literatura, La Habana, Cuba, 2012)), Paisaje con ángel caído (Imaginaria, 2004) y Averno (El Perro y la Rana, 2007), Hombre mirando al sur. Tributo al jazz (Imaginaria, Coro, estado Falcòn, 2014)

Sus libros de ensayos literarios son Diálogos con la página (Academia Nacional de la Historia, Caracas, 1984), Provincias de la palabra (Planeta, Caracas, 1995), Espectros del cine (Cinemateca Nacional, Caracas, 1998), El espejo de tinta (Fondo Editorial Ambrosía, Caracas, 2007), Una luz en el camino. Fundamentos de ética para adolescentes (Biblioteca Básica Temática, Ministerio del Poder Popular para la Cultura, Caracas, 2004), El contraescritor (Editorial El perro y la rana, Caracas, 2008) e Impreso en la retina. Crónicas de un adicto fílmico (Universidad Experimental de Yaracuy, San Felipe, Estado Yaracuy, Venezuela, 2010).

Es autor de los libros de poesía Materias de sombra (Premio Monte Ávila de Poesía, 1983), Narración del doble (Fundarte, Caracas, 1978), Baladas profanas (La oruga luminosa, San Felipe, Estado Yaracuy, 1993) y Proso estos versos (Círculo de Escritores de Cojedes, 1998), Historias de Nairamá (Fondo Editorial del Caribe, 2007), Balada del bohemio místico. Obra poética 1973-2006 (Monte Ávila Editores, Caracas, 2010).

Ha realizado una amplia labor como investigador y antologista, entre cuyas obras se encuentran: Relatos venezolanos del siglo XX (Biblioteca Ayacucho, 1989), El ensayo literario en Venezuela (La Casa de Bello, Caracas, 1988), Mares. El mar como tema en la poesía venezolana (Banco Unión- Ateneo de Caracas, Premio ANDA, 1990), Ficción Mínima. Muestra del cuento breve en América, (Fundarte, Caracas, 1996), Noticias del futuro. Clásicos literarios de la ciencia ficción (Fundación Editorial El perro y La rana, 2010), En Micro. Antología del microrrelato venezolano (Alfaguara, Caracas, 2010). Es traductor de poesía de lengua inglesa y editor independiente. Dirige la revista y las ediciones Imaginaria, dedicadas a lo inquietante y lo fantástico. Dirige Imagen. Revista latinoamericana de Cultura, publicación del Ministerio del Poder Popular para la Cultura (Caracas, Venezuela, 2013). 
 
Gabriel Jiménez Emán  



 

Microrrelatos de Luciano Doti

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Elliot Erwitt


Bosque encantado


Cuando la pitonisa le dijo que un espejo le mostraría la cara de su peor enemigo, no creyó que eso pudiera ser posible. Sin embargo, allí estaba él, en ese bosque encantado, cual Narciso, con su propia cara reflejada en un espejo de agua.



El nombre de Dios

Jehová se emborrachaba con hidromiel cada vez que visitaba Escandinavia; para que no lo reconocieran, se hacía llamar Odín.



Aterrada

La niña quedó en mitad de la escalera, entre penumbras. Parecía que no se animaba a descender del todo. En la sala la esperaba uno de sus tíos; la madre insistía en inventarle ese parentesco a cada nuevo hombre con que se liaba. Solían ser del ambiente dark, se creían diabólicos. Pero éste lo era en serio. Lo constataba ella, cuando su progenitora iba a la cocina a buscar algo, y él le acariciaba las piernitas que dejaba descubiertas el corto vestido de algodón.



El alfil

La reina es muy hermosa. Cada vez que estoy a su lado me imagino lo maravilloso que debe ser estar en pareja con ella. Ésa es mi condena: estar tan cerca de tamaña beldad sabiendo que desde el otro flanco vigila el rey.
Hay veces que me alejo un poco, y a la distancia, le dirijo una mirada en diagonal. Es que yo todo lo hago en diagonal.



Coulrofobia

Cuando su alma recién creada flotaba en el éter, había visto de lejos a un demonio. Desde entonces, el recuerdo de su rostro había quedado grabado en su conciencia.
Ya encarnado en un ser terrenal, siendo niño, fue a un cumpleaños, y al ver el rostro del payaso, se estremeció.

***

Luciano Doti (Buenos Aires, 1977). Autor de obras narrativas y poemas. Desde 2003 publica en antologías colectivas de sellos editores como De los Cuatro Vientos, Dunken, Ediciones Irreverentes, Desde la Gente, Pasión de Escritores, Latin Heritage Foundation, Diversidad Literaria; y también en revistas y blogs, entre los que se destacan LiterArte (declarada de interés cultural por la Secretaría de Cultura de la Nación Argentina), NM, miNatura, Tiempos Oscuros, Entropía, Gaceta Virtual, Qu, Insomnia, Noticias Día x Día y Heliconia. En 2015 comenzó a seleccionar microficciones que se publican en el Diario NCO, de La Matanza.
Ha obtenido los premios Kapasulino a la Inspiración 2009 (otorgado por el taller literario “Los Kapasulinos”), Sexto Continente de Relato 2011 (por “Sexto Continente” -audición de Radio Exterior de España-), Microrrelato de Miedo 2013 (por un grupo de estudiantes de la Universidad de Navarra) y 2° Premio de Microcuento 2014 (por Ed. Mis Escritos). Ha sido finalista en otros y destacado como “Autor del Mes” por Xinxii – agosto 2012.

Algunos de sus textos fueron leídos en audiciones, entre ellas “La Vuelta de Zloto” de Radio Del Plata, y ha participado en presentaciones en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, y en los centros culturales del Teatro General San Martín y de la Cooperación, en la misma ciudad. 
 
 
 

Microrrelatos de Fredric Brown

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Llamada (1948)

El último hombre sobre la Tierra está sentado a solas en una habitación. Llaman a la puerta.



Naturalmente (1954)

Henry miró el reloj, a las dos de la mañana cerró el libro desesperado.

Seguramente lo suspenderían al día siguiente. Cuanto más estudiaba geometría, menos la comprendía. Había fracasado ya dos veces. Con seguridad lo echarían de la Universidad. Sólo un milagro podía salvarlo. Se enderezó.

¿Un milagro? ¿Por qué no? Siempre se había interesado por la magia. Tenía libros. Había encontrado instrucciones muy sencillas para llamar a los demonios y someterlos a su voluntad. Nunca había probado. Y aquel era el momento o nunca. Tomó de la estantería su mejor obra de magia negra. Era sencillo. Algunas fórmulas. Ponerse a cubierto en un pentágono. Llega el demonio, no puede hacernos nada y se obtiene lo que se desea. ­El triunfo es vuestro!

Despejó el piso retirando los muebles contra las paredes. Luego dibujó en el suelo, con tiza, el pentágono protector. Por fin pronunció los encantamientos.

El demonio era verdaderamente horrible, pero Henry se armó de coraje.

- Siempre he sido un inútil en geometría - comenzó...

¡A quién se lo dices! - replicó el demonio, riendo burlonamente.

Y cruzó, para devorarse a Henry, las líneas del hexágono que aquel idiota había dibujado en vez del pentágono.


El solipsista (1954)


Walter B. Jehová, por cuyo nombre no pido disculpas, pues en realidad ese era su nombre, había sido un solipsista toda la vida. Un solipsista -por si acaso no conoce la palabra- es alguien que cree que él es la única cosa que realmente existe, que las demás personas y el universo en general sólo existen en su mente y que si dejara de imaginárselos dejarían de existir.

Un día, Walter B. Jehová se convirtió en solipsista practicante. En una semana su esposa se había fugado con otro hombre, había perdido su empleo de funcionario en una agencia de envíos y se había roto una pierna corriendo tras un gato negro para evitar que se cruzara en su camino.

Convaleciente en una cama de hospital, decidió acabar con todo.

Miró a través de la ventana, fijó la vista en las estrellas, deseó que dejaran de existir y ya no estaban allí. Luego, deseó que todas las demás personas cesaran su existencia y el hospital se tornó extrañamente callado, incluso para un hospital. Después, deseó que el mundo desapareciera, y se encontró suspendido en un vacío. Se deshizo de su cuerpo casi con la misma facilidad y luego dio el paso final de desear que él mismo no existiera.

Nada sucedió.

-¡Qué extraño! -pensó. ¿Puede haber un límite para el solipsismo?

-Sí -dijo una voz.

-¿Quién eres tú? -preguntó Walter B. Jehová.

-Yo soy quien creó el universo que tú acabas de desaparecer con tu deseo. Y ahora has tomado mi lugar. Hubo un profundo suspiro. -Al fin puedo abandonar mi propia existencia, encontrar el olvido y dejarte a cargo.

-Pero, ¿cómo puedo yo dejar de existir? Es lo que estoy tratando de hacer, ¿sabes?

-Sí, ya lo sé -dijo la voz. Tienes que hacerlo de la misma manera que yo lo hice: Crea un universo. Espera a que alguien en verdad crea lo que tú creíste y desee que ya no exista. Luego te puedes jubilar y dejar que él tome tu lugar. Adiós.

Y la voz desapareció.

Walter B. Jehová estaba solo en el vacío y únicamente había una cosa que podía hacer: Creó el cielo y la tierra.

Tardó siete días.


Desgraciadamente (1958)

Ralph NC-5 suspiró aliviado cuando tuvo a la vista el Cuarto Planeta de Arturo en el espacioscopio, exactamente en el lugar en que el computador le había advertido que lo encontraría. Arturo IV era el único planeta habitable o inhabitable de su ruta y se encontraba a muy pocos años luz del más próximo sistema estelar.

Necesitaba alimento - las reservas de combustible y de agua eran las correctas, pero el departamento de Plutón había cometido un error al cargar comida - y, probablemente, de acuerdo con el manual espacial, los nativos eran amistosos: le darían cualquier cosa que les pidiera.

El manual resultaba poco claro en aquel punto; volvió a releer la breve sección dedicada a los arturianos tan pronto como hubo dispuesto los mandos para el aterrizaje automático.

Los arturianos, leyó, son inhumanos, pero muy amables. Un piloto que aterrice en Arturo IV sólo tendrá que pedir lo que quiere y ellos se le entregarán gratuita, amablemente y sin pedir explicación alguna.

La comunicación con ellos, sin embargo, debe hacerse mediante papel y lápiz, pues carecen de órganos vocales y auditivos. No obstante, leen y escriben inglés con cierta corrección.

Ralph NC-5 intentó decidir que querría comer en primer lugar, después de dos días de completa abstinencia alimenticia, precedidos por cinco de alimentación racionada: hacía una semana que descubrió el error de la carga de comida en las bodegas.

Comidas, maravillosas comidas, pasaban una tras otras por su mente.

Aterrizó. Los arturianos, una docena de seres efectivamente inhumanos - doce pies de alto, con seis brazos y de un brillante color magenta - se acercaron a él; su jefe hizo una reverencia y le tendió un papel y un lápiz.

En aquel instante, supo exactamente lo que quería: escribió rápidamente y devolvió el bloc. Pasó de mano en mano entre los arturianos.

Abruptamente, sintió que le agarraban y que le maniataban. Y que le llevaban hasta una estaca donde los inhumanos apilaban ramas y arbustos. Uno de ellos les prendió fuego.

Chilló en protesta, pero ellos, como no tenían orejas, no pudieron oírle. Gritó de dolor y luego dejó de gritar.

El manual del espacio era muy correcto al decir que los arturianos leían y escribían el inglés con cierta corrección. Pero omitía el hecho de que eran muy parcos de vocabulario: lo último que tendría que haber pedido Ralph NC-5 era un filete a la plancha.


Imagínate (1955)

Imagínate espectros, dioses y demonios.

Imagínate infiernos y cielos, ciudades flotando en el cielo y ciudades hundidas en el mar.

Unicornios y centauros. Brujas, hechiceros, genios y fantasmas.

Ángeles y arpías. Hechizos y sortilegios. Elementales, espíritus familiares, demonios.

Es fácil imaginarse todas estas cosas: la humanidad se las ha imaginado durante miles de años.

Imagínate naves espaciales en el futuro.

Es fácil imaginárselo; el futuro se aproxima realmente y habrá naves espaciales en él.

Así pues, ¿existe algo que sea difícil de imaginar?

Claro que sí.

Imagínate un trozo de materia y a ti mismo dentro de ella, consciente, pensando, y por lo tanto sabiendo que existes, capaz de mover ese trozo de materia en cuyo interior te hallas, de hacerla dormir o despertarse, amar o subir una colina.

Imagínate un universo - infinito o no, como tú desees representártelo -, con un billón, billón, billón de soles en él.

Imagínate un grumo de barro girando locamente en torno a uno de esos soles.

Imagínate a ti mismo, en pie sobre ese grumo de barro, girando con él, girando por el tiempo y el espacio hacia un destino desconocido.

¡Imagínate!



El Final (1961)

El profesor Jones había trabajado en la teoría del tiempo a lo largo de muchos años.

—Y he encontrado la ecuación clave —dijo un buen día a su hija—. El tiempo es un campo. La máquina que he fabricado puede manipular, e incluso invertir, dicho campo.

Apretando un botón mientras hablaba, dijo:

—Esto hará retroceder el tiempo el retroceder hará esto —dijo, hablaba mientras botón un apretando.

—Campo dicho, invertir incluso e, manipular puede fabrica­do he que máquina la. Campo un es tiempo el. —Hija su a día buen un dijo—. Clave ecuación la encontrado he y.

Años muchos de largo lo a tiempo del teoría la en trabajado había Jones profesor el.


Final el


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"Maleza viva" : microrrelatos de Gemma Pellicer

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Foto: Gemma Pellicer

Entre sábanas, 1

Mi casa tiene una habitación

y otra en la que ronca feroz el niño muerto.


«Umbral», de Agustín Martínez Valderrama



Dos enfermeros forzudos entraron a hurtadillas en la sala. No querían despertar al viejo, que en esos instantes lloraba en sueños desconsolado. Venían como cada tarde a cambiarle los pañales. El anciano invocaba a su madre entre hipidos, desdenes y pataletas varias, consumido entre sábanas bajo el ahogo de una pena enorme. A los presentes nos maravillaba su poderosa capacidad pulmonar.

—En todo viejo que llora hay un niño que ronca, dijo alguien de pronto, como queriendo romper el hielo.

Los demás asintieron concienzudos. Pero ninguno lograba acallar la creciente irritación que había empezado a invadirnos y se abría paso rencorosa, como ese futuro de témpano que nos aguardaba imperturbable.


Entre sábanas, 2


Yo estaba abrazado a su pecho cálido cuando dos enfermeros han irrumpido de forma violenta en la sala. Mamá me acunaba e intentaba calmarme, aunque mi desconsuelo era tan grande que no parecían bastarme todos los arrumacos de la tierra. Cuando han venido esos hombres y me han arrancado de sus brazos, me he sentido morir. Al parecer de nada ha servido que me desgañitara y revolviera contra ellos. «En todo viejo que llora hay un niño que ronca», he oído a no sé quién pronunciar desde no sé dónde. Yo no pienso roncar nunca, me he dicho por toda respuesta antes de quedarme profundamente dormido. Mamá seguía a mi lado.



La verruga



Tenía en la cabeza una especie de verruga salvaje que no podía evitar rascarse con frenesí. Cada vez que lo hacía la excrecencia crecía como un junco silvestre, aunque su textura no fuera verde ni suave sino, por el contrario, rojiza y rugosa, semejante a una lija. Temía que le empezaran a nacer hijas y hojas por todas partes, así que sin sentarse a esperar en qué quedaba la cosa, se plantó audaz frente al espejo y comenzó a tirar fuerte de sí como si fuera un cable de fibra óptica. Para su sorpresa, el junco resultó raíz milagrosa. En cuanto la hubo arrancado por completo, un océano de desasosiego la colmó por dentro. Nadie quiso asomarse en todo el día por el agujero.


Negra, roja y pálida


Esta vez me han roto la nariz, de modo que voy por ahí buscando que los demás se compadezcan, me abracen, se sorprendan. Con la nariz aplastada como si fuera la de un negro blanco. Sin derramar por las esquinas demasiada sangre. Sin expresar tampoco excesiva rabia. Parezco un perro humano mendigando cariño, con mi pobre nariz rota y chafada de payaso. Tan negra, roja y pálida. Tan sumamente destrozada. Desfigurando pasos y tentativas hasta el sonrojo.


Ocaso del acaso


El caballito blanco giró indolente ayer, hoy da muestras de atrevimiento al cabalgar; quizá mañana trote confiado unas cien veces. A quien lo contemple, le podría parecer que actúa de buena fe, que a nadie hiere; pero con sus vueltas y revueltas podría agotar al más pintiparado. Nadie soporta la infamia sostenida de un vértigo incauto. ¿Cuántas vueltas creen que precisa aún para llegar a trazar, en su carrera, el arco tenso de la flecha?


*** 
 

 
Gemma Pellicer (Barcelona, 1972) es licenciada en Filología Hispánica y Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona. En la actualidad vive entre Barcelona y Berlín. Ha cultivado la crítica literaria en el diario Avui y en las revistas Turia, Quimera y Olivar (de la Plata, Argentina). Sus microrrelatos han aparecido en varias publicaciones, así como en revistas electrónicas y bitácoras. Algunas de sus piezas se hallan recogidas en Velas al viento. Los microrrelatos de La nave de los locos (Cuadernos del Vigía, Granada, 2010), Mar de pirañas. Nuevas voces del microrrelato español (Menoscuarto, 2012) y La música de las sirenas (Toluca, Consejo Editorial de la Administración Pública Estatal, 2013). También figuran sus textos en la recopilación Aforistas españoles vivos (2015), de José Luis Herrera. Ha publicado, en colaboración con Fernando Valls, la antología Siglo XXI. Los nuevos nombres del cuento español actual (Menoscuarto, 2010) y tiene en su haber un libro de microrrelatos, La Danza de las horas (Eclipsados, 2012). Estas piezas forman parte de su nuevo libro, Maleza viva (Jekyll and Jill), de próxima aparición. 
 
 

Textos míminos de Carlos Vitale

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Marc Chagall

UNIDAD DE LUGAR

Nada ha cambiado

Sólo el sitio
en que mi cuerpo cae


PIAZZA DEI MIRACOLI

Danza
de espectros
en la Piazza dei Miracoli

Música blanca
para una noche fantasmal


ARS AMANDI

En tenso vuelo
se eleva
y resplandece


ASEDIOS

El corazón atento
al pulso de la noche
ardía

Temor de la inocencia
en esta hora


GIORNO DOPO GIORNO

El sitio del deseo
en la oscura memoria
de otro tiempo

Día tras día llegarás
día tras día

El deseo de la muerte
en la cumbre del deseo


MI VECINO CENA BAJO LA GRAN LÁMPARA

Cena solo bajo la gran lámpara.
Mucha luz y poca compañía.


AMANECE

Amanece
en el avión
de tierra ajena
a ajena tierra.
¿Para quién
amanece?

***
Carlos Vitale (Buenos Aires, 1953) es Licenciado en Filología hispánica y Filología italiana. Ha publicado "Unidad de lugar" (Candaya, Barcelona, 2004), "Descortesía del suicida" (Candaya, Barcelona, 2008), "Cuaderno de l'Escala / Quadern de l'Escala" (fotografías de Jaume Salvat, ilustraciones de Marc Vicens y prólogo de Carles Duarte, Vitel·la, Bellcaire d'Empordà, 2013), "Fuera de casa" (La Garúa, Barcelona, 2014) y "El poeta más crítico y otros poetas italianos" (El taller de poesía, Barcelona, 2014). Asimismo ha traducido numerosos libros de poetas italianos y catalanes: Dino Campana (Premio de Traducción “Ultimo Novecento”, 1986), Eugenio Montale (Premio de Traducción “Ángel Crespo”, 2006), Giuseppe Ungaretti, Gerardo Vacana, Sergio Corazzini (Premio de Traducción del Ministerio Italiano de Relaciones Exteriores, 2003), Amerigo Iannacone, Umberto Saba (Premio de Traducción “Val di Comino”, 2004), Giuseppe Napolitano, Sandro Penna, Antoni Clapés, Joan Brossa, Josep-Ramon Bach, etc. Ha participado en festivales, lecturas y encuentros de poesía en Argentina, España, Venezuela, Armenia, Italia, Suiza, Rumania, Estonia, Grecia, Bulgaria y Francia. Reside en Barcelona desde 1981.




Trozos y trazos: los aforismos de Franklin Fernández

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Por José Luis Trullo

Franklin Fernández (Caracas, Venezuela, 1973) es un autor prolífico y audaz, honesto y valiente. Promotor cultural de profesión, licenciado en Artes Plásticas, ha publicado ya varios libros, entre ellos el poemario Simples (2006) y los tomos de aforismos La Escritura y tú(2010) y Breves (2000). Su título más reciente, hasta ahora, era Poemas-objeto: cuerpo y textura de la poesía (2015). Y es que, aparte de escritor, Fernández también practica el atractivo género del poema visual, bajo la égida de dos de sus autores más admirados: Joan Brossa y el fotógrado Chema Madoz. Como autor plástico, ha recibido distintas distinciones internacionales; asimismo, participó en la polémica exposición “Eufemismos Imperiales” realizada en el Museo de Bellas Artes de Caracas y en el Centro Provincial de Artes Plásticas de La Habana, Cuba.

Fernández viene practicando el género aforístico desde hace años.
Según Carlos Yusti, "escribir o hablar aforísticamente es mirar el mundo desde ese ámbito de lo insólito, de lo inusual e intentar trastocarlo con una línea de palabras. Franklin Fernández, además de poeta, es un pintor que fundiendo / confundiendo los géneros ha llegado a ese puerto de la escritura realizada con chispazos de ideas,pero que intentan ser abarcantes con la exactitud de lo mínimo". Por su parte, Juan Calzadilla expone, en el prólogo de este Trizas que
acaba de publicar en formato ebook Libros al Albur (Sevilla, 2015),que el autor "reúne en su libro un conjunto de textos, fragmentos discursivos o poéticas en los cuales la densidad del enunciado breve y condensado roza la metáfora y el razonamiento para inscribirse en un género aforístico muy poco practicado en la literatura venezolana y cuyas referencias más inmediatas habría que buscar en Antonio Porchia, E.M. Cioran y Roger Munier. Sin duda, la eficacia -en muchos casos demoledora de prejuicios- de estos textos proviene del carácter anómalo y desenfadado de este joven autor a quien le da igual transitar la poesía que aplicarse laboriosamente a construir objetos conceptuales, o a la formulación teórica en torno al tipo de poesía o de arte que él practica".

Trizas reúne una amplia antología de los trozos y trazos que Franklin Fernández ha venido escribiendo a lo largo de los últimos veinte años de su dilatada trayectoria literaria. Se trata de apuntes brevísimos,casi de intuiciones líricas, que plasman epifanías preñadas de sentido que el autor vuelca en pocas palabras, tratando por lo general de preservar la densidad de la experiencia vivida y de transmitirla de un modo sugestivo, abierto, sin clausurarlas en fórmulas excesivamente lapidarias o sentenciosas.

Los distintos apartados en que agrupan los aforismos a lo largo del libro tienen, en muchos casos, motivos temáticos; así, encontramos apuntes sobre los pájaros, los insectos, Dios, el tú, la relación con la propia escritura. La extrema brevedad de la mayoría de los aforismos no impele al lector a acelerar el ritmo de su lectura sino que, por el contrario, consigue demorarla; nos encontramos ante una invitación a paladear cada una de las palabras, a desvelar sus múltiples contenidos, su innata ambigüedad, muy meditada.

Sobre este libro, escribe Víctor Guédez en el prólogo: "Franklin Fernández asume sus vuelos intelectuales apoyado sobre dos alas: la formulación de imágenes verbales que se corporizan en aforismos y la resolución de metáforas plásticas que se solventan en objetos anfibológicos. Pero, lo interesante es que, entre las dos dimensiones, afloran desenlaces lacónicos que resuenan con amplia contundencia y con envolvente seducción". Muy ajustadas palabras, que hablan de un libro importante y muy destacable, que sin duda permanecerá en los próximos años como una referencia inexcusable del género en lengua española.”

F. Fernández, Trizas (ebook). Libros al Albur, Sevilla, 2015.



Más información sobre el autor 

 


Algunos aforismos de Franklin Fernández:

*

Aquella soledad que resuena en el bosque, es un insecto aturdido por el silencio que lo señala. El pensamiento aturdido.

*


Poemas donde zumban abejas; cuya tinta es de miel.

*

Escribir es esa manía de liberar espacios. Aunque el espacio también necesita cercos. A eso se reduce la cuestión.

*

I

Nubes, alas, plumas de pájaros en el vacío... donde se despliega verdaderamente el mundo.

*

XXIV

Dice Franz Kafka: “Una jaula salió en busca de un pájaro”. Y Roger Munier: “Dejar abierta la jaula de un pájaro muerto”.

*

26

Cuando escribo, estoy en el otro. Silenciando un poco me comunico con él.

*

Oler la rosa que se abre en la conciencia de un ejemplo citado.

*

Ofrezco una llaga como limosna.

*

XV

Sepulto una rosa. No la siembro.
 

Breves de Brecht

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Henning Wagenbreth



Por Bertolt Brecht 


El elogio

Cuando el señor K. oyó que sus antiguos discípulos lo elogiaban dijo:

-Cuando los discípulos han olvidado los errores de su maestro, éste los sigue recordando.



Espera

El señor K. esperó algo un día, luego una semana, luego un mes. Al fin, dijo:

-Podría haber esperado perfectamente un mes, pero no ese día ni esa semana.



El reencuentro

Un hombre de quien el señor K. nada había sabido durante mucho tiempo, lo saludó con estas palabras: “Usted no ha cambiado nada”. “¡Oh!”, exclamó el señor K., y empalideció.



Una buena respuesta

A un proletario que había sido llevado ante los tribunales se le preguntó si prefería jurar por Dios o si escogía la fórmula profana para su juramento. “No tengo trabajo”, respondió el hombre.

-Esa respuesta no fue una mera distracción –comentó el señor K.-. Con esas palabras quiso significar que su situación era tal que esas preguntas, más aun, quizá todo el proceso judicial, carecía totalmente de sentido.



Cuando el señor K. amaba a una persona…


-¿Qué hace usted cuando ama a una persona? –preguntaron un día al señor K.

-Hago un bosquejo de ese ser –respondió el señor K. -y procuro que se parezca a él.

-¿El bosquejo?

-No, el ser.



¿Hay Dios?


Alguien preguntó al señor K. si había un Dios. El señor K. respondió:

-Te aconsejo que medites si tu comportamiento variaría según la respuesta que se de a tu pregunta. Si tu conducta no varía, dejemos el asunto. Si tu conducta varía, te puedo prestar un servicio diciéndote que tú mismo lo has decidido: necesitas un Dios.

***

Bertolt Brecht, Cuentos de almanaque, Fabril Editora, Bs.As., 1960; Kalendergeschichten, Rowohlt, Hamburg, 1953.

En: El microrrelato. Teoría e historia. David Lagmanovich, Menos Cuarto Ediciones, España. 

Microrrelatos de Patricia Rivas

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Vincent Van Gogh



Agasajo

Día de cumpleaños y una frágil mariposa arriba el muro.

Sentía enmariposado, regalo del cielo dijo cauteloso evitando la partida.

Transcurrido un lapso advierte el acecho. Alude al Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj, de Cortázar y percata que no recibe aquel saludo como presente.

Asimismo la alevilla de aniversario obsequia contemplar este digno ser humano, animal de zoológico.



Cohecho

Disponen las astutas orejas de paila atentas al runrún en arduo alcance ante amigas ollas de cocina y visitantes del hogar.

Inverosímil, advirtieron el murmullo secreto de la cocinera que negociando el silencio y contra la indignidad de los clásicos huevos, guisa el delicado fondo con salteado de camarones, acaramela con un refinado crepé, aroma con papas al romero, para concluir.

Se niegan a transar.

Está frita.



Legado


Tras el cortinaje las moradoras vecinas disponen al acecho.

Observan agudas el cadáver de la pretérita amistad. Afilan garras para imaginar que extraen el tuétano de los huesos del trozo aún caliente en descomposición. La otra es la putrefacta.

Cazadas por la vejez, cada hija respectiva se ubica en el lugar correspondiente.

El servicio de la necrófaga tradición.



Holograma


La brisa recoge la falda. Contempla las tonalidades que asoma el metal de la prótesis, con la ilusión de trepar árboles. Viento y sol fulminante sobre el rostro.

La tridimensionalidad deambula en la fotografía interior.



Puchero



El pajarraco grazna estertores, al segundo la consorte quema el pescuezo con el cocimiento que a usanza prepara. Lo hecha a volar. Sal de aquí. Falta sal.



Resplandor


Están aquí.

Ordenaron tragar las grageas fluorescentes que modifican a metal, servimos de conductores eléctricos para iluminación de nuevas estructuras. Tuve suerte, quedé en el apartado árboles de navidad.

Todo degenera, creo en el viejito pascuero Coca-Cola Company.



Cebolla en cadena



De niña presagias la vida en sueños, más no pudiste adivinar la desaparición de tu marido. El primer y único hombre arrancado de las delicadas manos, hoy deformes de arañar el nicho vacío.

Picas cebolla ante la hija pequeña, “no, no lloro por él, sabes que volverá, los hombres son así”.

Los presentimientos sentencian, no regresa.

“Salió a comprar cigarros señora, déjese de leseras”. El nunca fumó.

Con las falanges ensangrentadas torturas el vegetal para encubrir el llanto desgarrado.

Año tras año esperando que toque la puerta, vestida con el mismo trajecito de la última vez, para que te reconozca.

Permaneces en el desconsuelo diluido a cadena perpetua.


3

Un niño hijo de C.N.I era amigo de otro con el padre desaparecido.

El tercer infante dialoga castellano en su hogar e inglés fuera para sociabilizar e integrarse. Anhela conocer el país que los expulsó, torturado con inaccesible retorno.

El hijo del C.N.I. era amable y muy buen compañero.

La parentela del desterrado resistente en el país juzga la buena situación económica, sin preguntarse lo que siente.

Un día aparece en televisión que el Frente Patriótico asesina al padre C.N.I. El amigo lo abraza, el desconsuelo anuda.

Llega el ansiado día, el expatriado conocerá su país, vuelven todos a casa. El no halla sus raíces ¿Dónde están?

Permanecen deambulando.



***



Patricia Elena Rivas M.

Escritora chilena. Nace en Santiago en 1975. A sus primeros días de vida detienen y desaparecen a su padre, ex detective (exonerado político) de Policía de Investigaciones de Chile. Esto implica una incesante amenaza de muerte en el transcurso de la Dictadura Militar.

Pertenece a la Corporación Letras de Chile.

Estudia Licenciatura en Artes Teatrales en la Universidad Arcis y realiza un Diplomado en Pedagogía Teatral en la Pontificia Universidad Católica de Chile.

Integra el primer Taller de Poesía de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile dirigido por Amanda Füller, donde lanza su poema "Oda a la Paila" en el libro KALEIDOSCOPIO (1995), publicación apoyada por la Universidad de Chile.

Participa desde el año 2007 en los Talleres Literarios de Pía Barros, publicando microcuentos en los Libros Objeto: NI UNA MÁS (2007), PERRAJE EN CRISIS (2008), NO MOLESTAR (2012), SILENCIO ROTO (2013), Editorial Asterión.

Obtiene la Beca de Creación Literaria del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes para Escritores Emergentes (Cuentos 2007). Publica su libro de microrrelatos Hija bastarda (2009), Editorial Asterión.

Se integra a Letralia, Revista de los Escritores Hispanoamericanos en Internet (2010). Ha realizado Talleres de Creación Microcuentos, en colegios rurales de la región del Maule para proyecto Acciona del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (2010- 2011). Participa en la publicación de la Antología ¡Basta! 100 mujeres contra la violencia de género (2011) y en la Antología bilingüe ¡Basta!+ de 100 mujeres contra la violencia de género/Enough! 100+ Women Against Gender Violence (2012), Editorial Asterión.

Recibe la Beca de Creación Literaria del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes para Escritores Profesionales (Libro Infantil 2013) con el Libro Infantil Ilustrado Bilingüe COF/COUGH. Actualmente realiza Lecturas de sus microcuentos y Clases Magistrales sobre Microcuento Latinoamericano y chileno, Derechos Humanos/ Desarrollo Humano en el marco del Proyecto Letras en el Aula de la Corporación Letras de Chile financiado por el Consejo Nacional de Fomento del Libro y la Lectura. 
 
 
Patricia Rivas
 
 

Microrrelatos de Hernán Jorquera

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Elliot Erwitt


Atropello

Aquella mañana, cuando iba a mi trabajo, se me cruzó un gato blanco. Al verme corrió asustado a la calle y lo atropelló un automóvil. Fue mi culpa, yo vestía de negro.


Conejo

¿Dónde diablos se ha metido el conejo? Decía el dueño del circo, esta noche tiene que hacer de elefante.


Desnuda


Me dijiste aquella noche que te desnudarías y luego te entregarías completamente para mi. Bebí de mi trago y ansioso esperé a que cada prenda tuya cayera sobre el suelo tibio como un susurro. Fue el vestido en primer lugar, luego la blusa roja, el corpiño y los calzones, después la piel, luego la carne y el cabello, la sangre que formaba un lago a tus pies. Y cuando me terminé mi vaso un esqueleto lujurioso se arrojó sobre mí.


Aluvión


La lluvia de ideas en mi cabeza se transformó en temporal. Estoy con desbordes y peligros de aluvión.


Rapunzel

Me salieron piojos y tuve que cortarme el pelo. Ahora el príncipe no podrá rescatarme.


Convergencia


Una gitana le dijo a H. que los ojos de muchas mujeres se posarán en él a lo largo de toda su vida. A mil kilómetros de ahí otra gitana le dijo a M. que terminará en la cárcel en una semana luego de atropellar a un hombre. M. no quiere cometer el crimen y huye a la ciudad de H., pero en su veloz carrera M. atropella a H. y le quita la vida frente a la cárcel de mujeres.


Samsa y Ligeia


La mujer de M. despertó una mañana convertida en un repugnante insecto. El primer pensamiento de M. fue quitarle la vida y evitarle el sufrimiento que le deparaba el porvenir, pero en el momento que jalaba del gatillo recordó los muchos años de vivencia juntos, aquellos quince años de dedicación mutua, de problemas, mas también felicidad y entre lágrimas optó por encerrarla en casa hasta que muriera. Los años fueron pasando, lentos y dolorosos, M. cuidó de ella con esmero, quizá con la esperanza de recuperarla algún día, pero fue la muerte quien llegó, dura e implacable, al cabo de diez años. Con un dolor que le rompía el pecho M. metió el cuerpo de su mujer dentro de un saco y lo llevó al patio trasero para enterrarlo. Jamás imaginó que sucedería lo que ocurrió. M., aterrorizado, soltó el saco que se debatía entre sus brazos, este al caer se abrió y del interior no salió el cuerpo muerto del insecto repugnante sino el cuerpo desnudo de la mujer de M., vivo y lozano, el mismo cuerpo que ella poseía veinticinco años atrás.

Aún desconcertado, M. corrió a colmar de abrazos y besos a su mujer, quería demostrarle ese amor que jamás abandonó su corazón y le hizo cuidarla hasta la muerte, no obstante sólo consiguió, bajo una corriente de lágrimas y palabras de amor y perdón ininteligibles, enredar sus seis patas y herir las rodillas de ella con sus mandíbulas poderosas.


***

Mario Medina. Santiago(1983). Hernán Jorquera es el seudónimo de Mario Medina Jorquera, escritor chileno emergente. Ha vivido en varias ciudades de Chile, pero fue en Valparaíso (actual residencia) donde desarrolló su amor por escribir. Entre sus logros destacan el primer lugar en el II concurso de cuentos “Emerlinda Guzman” de Quilpué con la obra “El coleccionista, seleccionado entre los mejores 100 microrelatos en la XIV versión de Valparaíso en cien palabras, en una antología poética en Seattle, EE.UU y una mención honrosa en el concurso del Colegio de Cirujanos Dentistas de Chile 2014 con el cuento “Mascaras”. 
 
 
Hernán Jorquera
 

Leo Mercado: Entre el olfato y la sangre

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Jackson Pollock-1951



62


esa mujer

era

la luna de mi aullido



63


con la soledad

matándome de espanto

duermo abrazado

a la luz prendida 
 

65


llegaste blandiendo

el mar que hay en tus ojos

y yo acaté esa suerte

procurando justificar

alguna vez

al frustrado capitán que habita

en mi barba



con mis huesos temblando de risa

te pregunté tu nombre

el color de tu sueño más profundo

y la medida de tu abrazo



después

aduje que afuera la noche

avecinaba furibundas cóleras

y que nunca estoy

de veras listo

para la enorme soledad

de la cama



73


es posible que hoy

el zumbido de la noche

nos habite el aliento



que seamos

caldo

fragor

que nos abracemos los huesos

tintineando tibias suturadas

húmeros maltrechos



y que entonces

así

entendamos que

para llegar al amor

hay que descarnarlo todo



76


la media huye

en la oscuridad de la noche

agazapada entre las sábanas



dejando al pie izquierdo

muerto

de frío

y al derecho

viudo



77 (en esta casa)



no sobra la silueta de esa risa

la música de aquel perfume

que tus ojos imprimían

en el caos cotidiano

en estos libros revueltos

en la sopa que cruje

cruje

cruje

en los abismales asuntos del mantel

en los pormenores

propagandísticos

de la fastuosa soledad

de aquella araña que

pendiendo de su tela

me observa

el hueco del pecho

mientras teje

su quimera hambrienta

de saliva



78 (en esta casa, en la ventana)


viajamos

sacudimos al tiempo

creemos que

en movimiento

podemos eludirlo



vemos paisajes fugaces

sin contornos definidos

y amamos el instante

donde un fragmento de risa

se nos teje entre los dientes



80


viajo

vuelvo volando

a esa muchedumbre de soldaditos de plástico

divididos en dos ejércitos

ahí mi hermano y yo

construimos la felicidad absoluta

esa que nunca recuperaremos

porque aquí

en la adultez

jamás vamos

a estar a salvo



85


hablar solo

con los ojos bien abiertos



un sablazo

en la pulcritud estridente

de la noche



87



entre el olfato y la sangre

se erige la intención

que decora

al animal

de presa



ahí

también

la noche hace una pausa

para merodearme

en silencio





***

Leo Mercado (Salta, Argentina, 1982). En poesía publicó “Viento norte” (Color Pastel, 2005; 2009 intervenido por artistas plásticos). En 2008 creó el sello independiente “Viento Norte, ediciones de alambre”. Allí publicó “Bocanada” (2008, plaquette), “mil200” (2011) y “39” (2012).

En prosa, formó parte de la “I Antología Triple C”, (Macedonia 2012), de “El barco de papel. Antología Argentina de microrrelato infantil y relatos breves” (UNT 2014), “Fútbol en breve. Microrrelatos de jogo bonito” (Puertabierta editores, 2014), “Ballenas en hormigueros. Antología Hispanoamericana de Minificción” (Ojo de pez, 2014), “Borrando Fronteras. Antología trinacional de microficciones” (Macedonia 2014) y “¡Nocauts! Microrrelato internacional de boxeo” (Dirección de Fomento Editorial de la BUAP, 2015). Editó junto a Caro Fernández “Hacer el cuento, microcrónicas” (Macedonia, 2012). Ediciones Sherezade editará próximamente “Volver a hacer el cuento, microcrónicas” escrito también a dúo con Caro Fernández. Es Co-Director de la “Cofradía del Cuento Corto”. 
 
 
Leo Mercado
 

Textos breves de José de Almada Negreiros

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Autorretrato-José de Almada Negreiros


La sombra



(traducción de un poema de una lengua desconocida)

Fue en aquel tiempo que un día sintió deseos también de partir. ¿Qué iba a ser sola? Quien lleva una lanza, se lleva también a la mujer.

Su chal negro tiene un secreto y su mal de muerte viene del mismo día.

Los años transcurrieron sin novedad y las mujeres se murieron viejas, viejas de tanto esperar.

Y todas las noches en la margen sombría del río, una silueta frágil de sonámbula trágica, como una rama de ciprés flotando en la corriente, la va llevando mansamente.



La taza de té


La luz de la luna desmayaba pero todavía su luz caía como una máscara de bordadas estelas. Los bambúes al viento, los crisantemos en los jardines y las garzas en el estanque, gemían con él, vaticinando el fin. En círculo quedaban soñolientos los ídolos de colores y los dragones alados. Y la geisha, de porcelana transparente como la cáscara de un huevo de Ibis, se enrolló en en un laberinto, que ni los dragones de los dioses lo harían en días de lagrimas. Sus ojos rasgados, perlas de Nankim a desmayar en el agua, se confundían centelleantes, con el brillo de las porcelanas.

Él, en un gesto último, le cerró los labios con la punta de los dedos. Le dijo moribundo: llorar no es remedio; sólo te pido que no me engañes en cuanto mi cuerpo esté caliente. Inclinó la cabeza en la estela y murió. Ella, con un grito de garza, levantó los brazos pidiéndole al cielo por él; se fue saltando por los jardines moviendo las manos. Todos los paseantes la miraron.

Por la mañana llegaron los vecinos de puntillas a espiar por entre los bambúes. Todos vieron a la geisha abanicando al muerto con un abanico de marfil.

La imagen impresa en un platillo es idéntica. 
 
 *
 
Traducción de Sergio Astorga
 

José de Almada Negreiros




A SOMBRA


(traducção de um poema de uma lingua desconhecida)


Foi ali que um dia sentiu desejos de partir tambem. Que ficava fazendo sósinha? Quem leva uma lança, leva a mulher tambem.

O seu châle negro tem segredo, e o seu mal de morte vem do mesmo dia.

Os annos correram sem nóvas algumas, e as môças finaram-se velhas, velhas de tanto esperar.

E todas as noites, na margem sombria, uma silhueta franzina de tragica sonambula vae seguido, como um braço murcho de cypreste a boiar ao de cima da corrente que o vae levando-mansamente.



A TAÇA DE CHÁ

O luar desmaiava mais ainda uma máscara caida nas esteiras bordadas. E os bambús ao vento e os crysanthemos nos jardins e as garças no tanque,gemian con elle a advinharem-lhe o fim. Em róda tomavávam-se adormecidos os idolos coloridos e os dragões alados. E a geisha, porcelana transparente como a casca de um ovo da Ibis, enrodilhou-se num labyrinto que nem os dragões dos deuses em dias de lagrymas. E os seus olhos rasgados, perolas de Nankim a desmaiar-se em agua, confundiam-se scintillantes no luzidio das procelanas.

Elle, num gesto ultimo, fechou-lhe os labios co´as pontas dos dedos, e disse a finar-se: -Chorar não é remedio; só te peço que não me atraiçoes emquanto o meu corpo fôr quente. Deito a cabeça nas esteiras e ficou. E Ella, num grito de garça, ergueu alto os braços a pedir o Ceu para Elle, e a saltitar foi pelos jardíns a sacudir as mãos, que todos os que passavam olharam para ella.

Pela manhã vinham os visinhos em bicos dos pés espreitar por entre os bambús, e todos viram acordada a geisha abanando o morto com um leque de marfim.

A estampa do pires é igual.



*** 
 
 



José de Almada Negreiros, San Tomé y Principe (Golfo de Guinea) 1893- Lisboa, 1970.

Autodidacta, fue una de los personajes más importantes en la cultura portuguesa. Novelista, ensayista, poeta, dramaturgo, pintor y caricaturista, no tuvo limites en su curiosidad expresiva. Los dos textos, "La sombra" y "La taza de té", que aparecen en Brevilla, fueron publicados en la celebérrima revista Orpheo. Cofundador con Fernando Pessoa y Mario de Sá-Carneiro, de la revista, en 1915 aparecieron en su primer número, estos textos narrativos llamados Frisos. Bien puede establecerse, con toda arbitrariedad, que marcan un ejemplo de lo que a partir de estos dos textos, será la aparición de los escritores más relevantes de la micro-ficção de autores portugueses. 
 
 
 
 


Algunas obras de José de Almeida Negreiros:


*O Jardim da Pierrette (bailado)

*Histoire du Portugal par Coeur (poema em prosa).

*O Menino do Olhos de Gigante (poesia) |

*A Invenção do Dia Claro

*Pierrot e Arlequim (teatro). 
 
 
 
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