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Tentáculos y textículos

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Katsushika Hokusai

Microrrelatos acerca de El sueño de la mujer del pescador, de Katsushika Hokusai


Con la puerta entreabierta, la mujer quedó mirándolo hasta que su silueta dibujó un punto negro en el mar. Luego, bebió un par de mates y se recostó sobre el sofá, con los ojos fijos en los dos pulpos que su marido había traído para la cena; se levantó y acarició uno a uno los tentáculos del más pequeño, soltó un suspiro y cerró lentamente los ojos.


---Berta Varela--- (Concepción, Chile)


*
Érase una vez un pulpo que soñaba con la mujer de un pescador que soñaba con los tentáculos de un pulpo soñador...


---Cristián Vila Riquelme---
(La Serena,Chile)


*
Marea

El mar le arrebata la vida cada amanecer; el mar se la devuelve cada noche. Sobre las sábanas revueltas sólo queda la espuma.


*
Echar las redes


De madrugada, cuando el pescador sube a su barca, el pulpo del deseo viene a su casa.


*

Al pulpo del deseo jamás le sobran los tentáculos.


---José Manuel Ortiz Soto--- (México DF, México)




*

Splash

Era el último día de una semana muy atareada. Una pesadilla, en verdad. Llegué muy tarde a mi casa. Todo estaba en silencio. Sólo brillaban las luces del antejardín. Dejé el auto en el estacionamiento, al final de la curva, más allá de los sicomoros, los tilos y los plátanos. Mientras caminaba sobre el césped recién cortado, me saqué los zapatos, los calcetines, la chaqueta, la corbata de seda que ella misma eligió, la camisa, los pantalones... toda la ropa. Estuve un instante de pie al borde de la piscina y finalmente me zambullí. La crucé en toda su longitud, reteniendo la respiración. Al llegar al otro extremo, salí violentamente a la superficie. Me faltaba el aire. Aferrado al borde, luego de quitarme el agua del rostro con ambas manos, la vi recostada en el deck,justo donde termina la superficie cubierta de palmetas de mármol. No estaba sola. No imagino cuánto tiempo llevarían allí. Era un encuentro discreto, en todo caso. No había gestos espasmódicos ni exhalaciones agónicas. Sólo un íntimo abrazo. Ella permanecía allí, silenciosa y dócil, aferrando con fuerza las poderosas extremidades de su acompañante. Nunca lo había visto. Había gran determinación en su mirada. Sabía qué hacer. Quizá esa tarde, con el cielo inflamado del ocaso, ella se cubrió apenas con el velo de seda que yo mismo elegí y se sumergió en lo más profundo. Cuando salí del agua avancé unos pasos y por fin me animé a hablarle. Antes que pudiera tocarla, él soltó su tinta. Me hundí en lo más profundo, en una verdadera noche. No puedo con su deseo. Para mí es insondable su imaginación. Yo sólo soy un hombre.


---Milton Puga--- (Temuco, Chile)



David Hockney, Flotador de goma en una piscina, 1971

*
Retrato de mujer con enemigo

Cada noche, mi hombre sale a arrebatarle provecho al mar.

—Por los dos —dice, mirándome a los ojos, al tiempo que se aleja.

Entonces yo hago lo que debo hacer, me tiendo en la arena y sueño que mi cuerpo es el lecho oceánico. Sueño que ni aun las tormentas más fieras me tocan.

Cuando amanece él regresa, seguro y hermoso, entonces comienza el ritual.

Primero llena sus bolsillos con los cristales marinos que ahora abundan sobre el suelo, luego besa mis párpados todavía cerrados y acaricia mis pechos, por último cura las heridas que dejaran en mi piel tanto caparazón de tortuga, tanto tentáculo de calamar, tanto diente de tiburón, tanto.
 


---Patricia Nasello--- (Córdoba, Argentina)
 

* 
Ese día había leído a Lovecraft. El recuerdo de Cthulhu estaba fresco en su memoria. Cuando el súcubo se acercó al borde de su cama, notó la presión, su sexo se proyectaba hacia la profundidad del mar. Entonces, el kraken devoró su alma comenzando por su esencia.


---Pablo García Malmierca--- (Zamora,España)


*

Érase una vez un pulpo que se perdió fuera del agua. Buscando humedades en las que sobrevivir y sin saber dónde se metía, quiso entrar en una mujer que tomaba el sol sobre unas rocas. La mujer le explicó por dónde entrar y cómo. Desde entonces vive en su vientre. Ella es feliz porque el pulpo entra y sale con frecuencia para escucharla cantar y contar cuentos.


---Helena González Sáez--- (España)


*
Miyako duerme profundamente, su respiración es agitada por momentos como el mar cuando esta picado. Sueña que entre las manos del pescador ella es una balsa que trepa a la cresta de la ola y luego se despena hasta lo profundo de la pasión. La mano busca en la profundidad del botón de su sexo. Miyako humedece sus labios y suspira profundo. Afuera la luz del sol empieza a despuntar con el alba y las balsas empiezan a llegar a la playa.


---Jorge P.Guillén--- (México DF, México)



*

Octopus y doncella

Dormía una noche, cuando apareciste tú como un ladrón en mi cama. Tu presencia era avasallante quería gritar, empujarte, tus brazos por todos lados, era una cárcel, yo aprisionada. Me sometías a fuerza, aunque sin violencia. No supe cómo, de pronto, también te deseaba y es que la caricia de ocho brazos fue sublime, devastadora. Sucumbí a esa suave fascinación y a la vez virilmente arrolladora, sin metáforas me envolvías completa. Orgía de diez brazos a la que me entregué todas las veces: veinte, treinta perdí la cuenta. Por la mañana, mi cuerpo sereno y dolorido creía que todo había sido un sueño. Una estrella de mar junto a la almohada te delata.

Ahora marchita y acabada, cual Penélope, te sigo esperando cada noche en mi cama.



---Azucena Franco--- Mexicana, estudió la Licenciatura en Historia y es Maestra en Letras Latinoamericanas por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM; ha presentado ponencias en congresos nacionales e internacionales de minificción en la UNAM, Berlín, Bogotá, Valparaíso; es coautora de Imaginarios de papel, y ¡Basta! Cien mujeres contra la violencia de género (edición mexicana).

 

*
Historia clásica

Érase una mujer y un pulpo. Érase un sushi bar y un chef. Erase una pulsión y un recuerdo. Los cuchillos brillaron bajo la luz de neón. Eran cuatro. Dos pequeñitos y dos corvos, con serrucho acerado. Gojira, dijo el chef. Ay, dijo la mujer, cuando las ventosas del pulpo succionaron su deseo. Los filos volaron por el aire espeso de tempura. La mujer no dijo nada. El pulpo tampoco.


---Lilian Elphick--- (Santiago,Chile)


*
Cuando despertó, el pulpo no estaba ni ahí.

---Juan Cameron--- (Valparaíso,Chile)


*

El pescador

Me gusta hurgar en su sexo y separar sus suaves pliegues de escarcha contenida. Como tentáculos, descienden mis brazos hasta los insondables secretos que se delatan en medio de inesperadas corrientes y ligeros quejidos. Así es ella, dueña de agudos y urgentes clamores que se disipan en singular agonía, ante las olas al lamer de nuevo sus orillas.

Soy el pescador en sus infatigables orillas, que ahora perece entre de las oscuras mareas de los sueños, los suyos y los míos.


---Guillermo Castillo---
(Guadalajara de Buga, Colombia)


*
Goce-Ensueño


La poseyeron dos hacia el ensueño, uno oprimía su boca en el dulzor del sexo, el otro tiernamente, succionaba su lengua, y estallaron los mundos en palpitante trío. Cuentan que las aguas se volvieron celosas, hincando sus deseos en la orilla.


---Rossana Arellano Guirao---
(Santiago, Chile)

*
Desde el bambú de Hokusai


Nunca mordió el anzuelo. Miento. Tuvo tres maridos. Nada de importancia. Por eso cuando vio las ventosas recordó sus juegos infantiles y su falda roja. El pulpo, intuitivo por naturaleza, la succionó sin poseerla. La destreza marina se cuenta en varios muros de internautas. Tinta sobre papel de arroz a la manera de Hokusai Por un tentáculo bien vale un pulpo.
 
---Sergio Astorga--- (México DF,México/Porto,Portugal)




 
Amiba




José Luis López Gálvez


María Gómez Sáez




Selección de textos: L.E.









A quien retorna en busca de su antiguo buscar *

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Fotografías: András Kőrössy





El golpe de la voz en el barro
es una rama caída
la única marca
las hojas aplauden
invisibles.


El embudo del viento
no alcanzará a quebrar las huellas.

***
El fuego ya está prendido
ha pasado lo peor
amo este lugar
el silencio
los martillos
tanto perro vagabundo

que viene a verme.

***
Le silbo al eucalipto
y el perro
mueve la cola.

***
Los queltehues graznan
el vidrio está empañado
los oigo
bailar en el aire
Abajo, en la tierra húmeda,
habitan las lombrices.




Textos: Lilian Elphick

Fotografías:András Kőrössy
     
Palabras de András Kőrössy:

Nací en Budapest, en 1960. Estudié Historia del Arte, luego Restauración y Museología; más tarde obtuve un diploma de Geología y Matemáticas, ya que desde niño soy aficionado a la Espeleología. No soy crítico de arte pero soy entendido, quizás. He vivido en Suecia y en Italia, ahora vivo en Budapest, Copenhague, los fiordos, Noruega, y en Aggtelek. Me gusta viajar solo. Me gusta el ajedrez. Me encanta la música sinfónica. Me encanta Зинаида Николаевна Гиппиус (Zinaida Gippius).


Mi mujer era rusa-chilena, nos conocimos en Siberia (Novosibirsk). Murió en 1995 a causa de una enfermedad. Desde entonces no me comunico con casi nadie aparte de criaturas de cuevas. Han surgido recuerdos olvidados de Наталья Леонидовна y de mi amigo Horta Haroldo (Honduras, Guatemala, Salvador, Chile, -el miedo, el dolor, la pérdida-...) a quienes ”he perdido” también en el tiempo descarriado.


* A quien retorna en busca de su antiguo buscar. Verso de Alejandra Pizarnik.(Extracción de la piedra de la locura, 1968).



                                
                                        

Tres epístolas enviadas desde diferentes campos de batalla y Dos Árboles

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Ayax llevando el cadáver de Aquiles


Por Pedro Guillermo Jara

I

1


Estimado y queridísimo General don Luis: ¿Me va a creer? Cuando regresaba desde Troya a Valdivia, en Cayumapu me crucé con los Galoctófagos, un pueblo que se alimenta sólo de leche y sus derivados: queso, quesillo y mantequilla. Son de tez blanca, deslucidos, buenos guerreros y montan sobre toros y vacas bravías.

2

Estimado y queridísimo General don Juan, gracias por su epístola: ¿Y usted me creería? Contra los troyanos luché codo a codo con los Mirmidones de Tesalia, que tomaron su nombre del rey Mirmidón y que eran hormigas del tamaño de un guerrero. A la hora del rancho, del queso, el charqui, las aceitunas y el vino, los Mirmidones regresaban a su tamaño natural y su rancho consistía de lo que recolectaban en el bosque. Luego, satisfechos, retomaban al tamaño de un guerrero para seguir luchando.

3

Mi amor: todos hemos nacido en Lisboa pero nunca hemos regresado desde nuestro exilio como Ulises en su largo camino hacia Itaca.


II

Dos árboles


El árbol de los suicidas

Sin saber cómo, todos llegamos a la misma hora y el mismo día bajo el mismo árbol. Nos saludamos con una leve inclinación de cabeza y preparamos nuestros lazos. Cada uno eligió su rama, lanzamos las cuerdas, ajustamos el nudo corredizo al cuello y nos lanzamos al mismo tiempo al vacío: quedamos colgados como frutos de la desesperanza.

El último fumador de la aldea

Era el último fumador de la aldea. Y lo detestaban. El hombre fumaba fuera del límite del poblado, bajo un árbol. Luego regresaba a sus asuntos. Aun así la gente de la aldea lo detestaba. Cierta tarde una turba se dirigió en dirección al árbol: con improperios y los brazos abiertos le cerraron el paso; luego tomaron las piedras y lo lapidaron pese a los gritos del hombre. Nadie recogió su cuerpo hasta que la carne, polvo; los huesos, cal; y el último fumador de la aldea, olvido.


*

Pedro Guillermo Jara, microcuentista chileno radicado en la ciudad de Valdivia. Sus textos han aparecido en diversas antologías nacionales y extranjeras.
Pedro Guillermo Jara y Divine Maha en la habitación de Van Gogh

Pedro Guillermo Jara

Micropoesías, por Pablo A. García Malmierca

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Fotografías: Pablo A. García Malmierca


I)

Mis sentimientos se transformaron

en las rocas de tus labios.

 
 
II)

Los fragmentos cosidos de mis recuerdos

configuran los retales de mi cuerpo.

 
 
III)

Lo fácil fue talar el árbol,

lo difícil arrancar las raíces.

 
 
IV)

Sabíamos cual era el final;

sin embargo, solo te importó

contemplar el ocaso.

 
 
V)

Me acerqué para besarte,

pero sólo encontré el carbón de tu boca.

 

 


VI)

El negro me hace más joven,

la muerte siempre rejuvenece. 
 

VII)

Al final de los días

los libros

se convirtieron en el calor de sus cuerpos.


 
 
VIII)

En los sótanos del alma

habita el lodo de mi felicidad.

***

Pablo Antonio García Malmierca
Nacido el 24/09/1972. Cursó estudios de Filología Hispánica en la Universidad de Salamanca. En la actualidad es profesor de secundaria, reside en Salamanca (España). Autor del blog Las duras vísperas de la resurrección y del perfil facebook Pablo Antonio García Malmierca, dedicados ambos a divulgar sus poemas.

La narradora inefable y otras breverías

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"Soledad", foto de Pedro Álvarez Sánchez
 
LA NARRADORA INEFABLE

Me contaste que vivías dentro de una historia. Que todos los días, con la primera luz, te contabas a ti misma una historia para sobrevivir. Te cobijabas en ella, con la seguridad de que nadie podía entrar. Siempre me llamó la atención el hecho de que en esas historias, tú eras la narradora y la oyente, la que cuenta y la que escucha, la que escribe y la que lee. Sólo tú sabes ahora dónde están escondidas las fábulas, cuando despegas los labios y las enuncias con palabras inaudibles. Me dices que así, siendo tú la autora, la narradora y y el público, tomas posesión del contorno y de los límites del paisaje interior en que caminas. Para mí, que estoy fuera, es como si quisiera entrar en un teatro sin público, vacío, donde tú recitas un imaginario monólogo que nadie puede oír, pero no puedo entrar. ¡Cuéntame una de esas historias que te cuentas para no sucumbir! ¡Cuéntamela con palabras que yo pueda escuchar! Todas las historias necesitan ser escuchadas por otros, para existir. Siempre he creído que todas las historias tienen el derecho a ser habitadas por la multitud, pero a lo mejor tú también tienes derecho a mentirte.

(INANIDAD)

(Hoy no pasó nada. Pero nada de nada. Es terrible constatar la existencia de días absolutamente planos, inocuos, anodinos, insustanciales. Ya sé que Paul Lafargue defendía el derecho a la pereza, y que Virgilio decía que era un don de los dioses y creo que hasta Bertrand Russel escribió un elogio a la holganza y todos aquellos poetas fumadores de opio, amigos de Samuel Taylor Coleridge, comidos por la artrosis, defendían la inanidad de los días. Pero no. No me gusta estar sentado aquí mientras el mundo se va al carajo. Así que pongo este día entre paréntesis y me olvido de que existió).

ESTRATEGIA DE RESOLUCIÓN DE PROBLEMAS (i)

Tengo un amigo que cuando las cosas se empiezan a poner mal, se despide de la familia, se encasqueta el impermeable, mete unas cuantas latas de sardinas en una cartera, un par de botellas de whisky, se sienta en la nevera, cierra por dentro y tira la llave por el desagüe.

 
Foto: Juan Yanes
 
TOMANDO EL TÉ CON CHUANG TZU

De vez en cuando me permiten asistir a la ceremonia del té. En cuanto se oye el tintineo de las tacitas de porcelana, el aire deja de mover las tiernas hojas del bambú y los pétalos de la flor del cerezo, los pájaros suspenden momentáneamente el vuelo y se quedan quietos en el aire. Chuang Tzu, imperturbable, se quita con sumo cuidado sus alas de mariposa para que todo transcurra en la más absoluta quietud.

SUEÑOS HÚMEDOS

Tomo mucha agua durante la noche porque tengo sueños que me vienen a beber. Son sueños tornadizos, nunca se sacian por completo y vuelven una y otra vez. Los oigo chapotear en algún lugar del mundo, por lo que sospecho que no solamente beben sino que también se bañan, o se ponen a remojo o juegan. Luego se alejan con una pinta lamentable, choreando agua por todas partes. Entonces miro el vaso de agua que tengo sobre la mesilla y me digo, no puede ser.

LA PARED

Estaban de pie contra la pared. La gente hablaba a su alrededor y parecía no verlos, pero ellos estaban allí y no se movían ni hablaban sino que miraban la pared. La pared era blanca y muy alta. Ellos estaban vestidos con una especie de camisón, tenían la piel oscura. Estuvieron contra la pared toda la noche, hasta que no aguantaron más y empezaron a caer al suelo uno detrás de otro. Aparecieron entonces unos camilleros y se los llevaron. Tienen debajo de la lengua una concha minúscula, como si fuera un óbolo, dijo uno de los camilleros.

Al rato, trajeron a otros y los colocaron de pie, contra la pared.

***

---Juan Yanes--- (Tenerife, España,1947)
 
Juan Yanes
Fui profesor de primaria durante quince años y profesor de la Facultad de Educación de la Universidad de La Laguna, durante veintitrés. Mis cuentos han aparecido fundamentalmente en dos blogs, Máquina de coser palabras y El oscuro borde de la luz. En este último combino textos y fotos sacadas por mí. También han aparecido en la página de Letras de Chile por gentileza de Lilian Elphick; en La nave de los locos de Fernando Valls; en el blog Il sogno del minotauro de Stefano Valente, traducidos por él al italiano; en Químicamente impuro, de Sergio Gaut vel Hartman; y en el blog de Gemma Pellicer, Sueños en la memoria, entre otros. También tengo varios cuentos publicados en la revista Litoral (nº254); en Trama y Texturas (nº8); y en la revista norteamericana Confluencia, de la Universidad del Norte de Colorado. Tengo, asimismo, cuentos en varias antologías: La alquimia del agua (Ed. Consulcom) y Alquimia de la tierra (Universidad de Huelva), ambos de Santiago Aguaded et al.; Minitextos para sonreír, Minitextos de amor y lujuria, y Minitextos comprometidos, publicados por Ed. Idea y editados por Elena Morales. Finalmente, el servicio de Publicaciones de la Universidad de La Laguna me publicó, Bestiario lector, librito del que se imprimieron cinco mil ejemplares que se repartieron gratuitamente entre el alumnado de la universidad el Día del Libro del año 2004.

Blog: Máquina de coser palabras
 
 
Nota al pie: Juan Yanes compiló la antología de híperbreves Cuentos de amor y desamor. Fue publicada en Letras de Chile en 2013 y hasta el día de hoy es una de las noticias más leídas, con 39.433 impactos. 
L.E.

Desde el ojo del huracán

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Por Nana Rodríguez Romero

Narciso

Mi rostro reflejado en el manantial, ha sido arrebatado por ninfas de miradas húmedas.

Yazgo entre algas y guijarros. Vienes desnuda a contemplar tu belleza en el espejo.

Te miro desde el fondo del pozo, te corono de nenúfares...

¿Qué fuerzas te protegen para que no caigas a mi lado?
 
 
Elliot Erwitt

 
Perséfone

Mi niña de ojos florecidos:

Despierta del reino de los muertos, contigo vendrán los cereales y las aves, los árboles se doblarán de carnosidad, el trigo será un temblor amarillo, ven a mis brazos por una temporada y seremos dueñas del día, haremos sonreír a los desiertos, el colibrí beberá de tus pechos. Perséfone: El amor florece contigo en primavera


Medea

El amor y el crimen han acompañado los días de mi vida.

Mi hermano muerto, mi rival coronada por diademas de veneno, su traje de fuego, mis horrorosos crímenes.

¿Jasón, sabes qué sentí al degollar a mis hijos? ¿Sabes del valor de mi corazón para arrancar esas flores de mi vientre antes que verlas víctimas de manos enemigas?

No me bastará la eternidad para llorar por ellos, sus bucles dorados, sus ojos inocentes, sus gritos, la sangre tiñendo las habitaciones.

Conozco los venenos, pero ninguno tan letal como la mirada aterrada de mis hijos.


Leda

¿Quién es ese cisne

que ha cruzado los cielos

me estrecha entre sus plumas

y pone entre mis pechos

su pico rosado y su respiración?


El hacedor de lluvia


Mujeres:

Desnudaos e id por los campos y las praderas sobre la hora décima de las estrellas. Sembrad granos de azafrán alrededor de los sauces, orad con vuestros besos, que la danza estremezca vuestras entrañas hasta que broten los cabellos del día.

Mientras tanto, iré en busca del pájarolluvia, el de las plumas azules, él me conducirá al ojo de agua. Entonces el cielo derramará sus vasijas y tendremos trigo para amasar la tierra.



Ad portas

Mujeres sagradas, bajo remolinos de tiempo he sido arrastrado hacia aguas profundas, unión de caudales, estrépito de ríos. Mirad, Mirad al ojo del huracán y decidme:

Saben más vuestras manos, vuestros ojos, vuestros vientres, que el alud de las palabras vanas.

Decidme mujeres, una espiral de fuego ha marcado el portal de mi casa.

Perséfone, Diana, Afrodita, María Magdalena; abridme las puertas del día, mi corazón quiere hacer eclosión en primavera.


***

Nana Rodríguez Romero

Escritora colombiana. Ha publicado los libros de poesía: Permanencias, Hojas en mutación, Lucha con el ángel, El bosque de los espejos, El oro de Dionisios, La piel de los teclados. Libros de minificción: La casa ciega y otras ficciones, El sabor del tiempo, Efecto mariposa. Estudio literario: Elementos para una teoría del minicuento; novela corta Juanantonio. Invitada a varios encuentros de escritores y poetas en México, Uruguay, Venezuela y Colombia. Seleccionada para varias antologías nacionales e internacionales en poesía y minificción. Becaria del Ministerio de Cultura y ganadora del Premio Nacional de poesía Ciro Mendía 2008. Trabaja como docente de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia.

Diecisiete haikús

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Vincent Van Gogh

Por Antonio Jesús Cruz


 
I

Roncos tambores.

El cielo estalla en fuegos

por la tormenta.


II

Eterno el río

va en busca de un destino

que es un misterio.


III

La luna llena

se repite en los charcos

hecha nostalgia


IV

Yerma salina,

paisaje donde imperan

Las soledades


V


Viste al silencio

el murmullo del río.

Todo es nostalgia


VI

Tarde de otoño,

amarilla congoja,

penas antiguas


VII

Gris y sombrío

El otoño atardece

Hecho recuerdo


VIII

La noche clara

su “lenguaje-misterio”

y la añoranza.


IX

Gris sobre grises.

Las nubes cenicientas,

mis soledades.

 
X

Oscuro ocaso

callado su murmullo

lleno de ausencia


XI

Manto de nubes,

el sol que se nos niega

día que abruma.

XII

Hieren la tarde

feroces los silencios

de mi nostalgia.


XIII

Piadosa y triste

la tarde se resbala

hacia la noche.


XIV

Ramas desnudas,

los árboles sin hojas,

tristes espectros.


XV

Cárcel plomiza,

la tarde cenicienta

y el desamparo.


XVI

Cuantas estrellas,

cuanto cielo infinito

en mis nostalgias.


XVII

Templo de estrellas

la noche me acorrala

con su misterio


***

Antonio Jesús Cruz

Médico, escritor y periodista. Nació en Frías, Santiago del Estero, Argentina, en 1951.

Desde 1998 ha publicado, varios libros de poesía y cuento y figura en antologías de narrativa brevísima y poesía.

Ha incursionado en diferentes estilos poéticos (haikú, soneto, copla, métrica libre) aunque también ha escrito novela, cuento tradicional y minificción.

Sus textos han sido traducidos al portugués, al inglés, al italiano y al francés. Actualmente investiga sobre microrrelato y dirige la revista virtual de cultura Tardes amarillas.
 
 

Tres perlas desde Nicaragua

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Andreu Fernández

Por Martha Cecilia Ruiz

 
CRIÍTICA LITRERARIA

Se estremece al pensar que en algún universo paralelo, ella escribe con errores ortográficos.



Ilili, ilili

A Isolda Rodríguez Rosales

Lo más fácil fue culparme. ¡Eso pasa por tener a una mujer como wihta, como juez! El consejo de ancianos lo había advertido y pedía mi cabeza. No pasó a más. Horas más tarde, las noticias de Puerto indicaban que éramos de los dichosos, sin casa, sin comida, sin iglesia, pero todos con vida.

Hoy los líderes lo aclararon todo. No es mi culpa. No es por mí, sino por aquellas que con su sangre ahuyentaron a las tortugas.

¡Ilili, ilili! gritan en los cayos.

Los tiburones las prefieren con la regla.

(*ilili: tiburón en lengua miskita)



EN LA TARDE

Nadie pensó que moriría tan pronto, después de todo era el único sobreviviente. Cuando lo encontramos en la copa de un chilamate, de su pueblo sólo quedaban toneladas de lodo y el tufo a muerto.

Nunca, ni una sola vez contó sobre los rugidos del cerro o la angustia de su gente muerta bajo el aluvión.

Quizá la tragedia y la falta de familia lo hicieron un hombre precavido. A la primera señal de lluvia dejaba el arado y buscaba refugio.

La señora señaló la banca lucia, brillante, llena de olores a tortilla y a sol. Se sentó entre dos hombres serios como muertos. Él, sereno como siempre con el perro entre las piernas. Nadie habló, sólo un rayo certero que al fin se lo llevaba.

Reclamó la lluvia lo que era suyo.

***


Martha Cecilia Ruiz (Managua, 1972)
 

Escritora, periodista y gestora cultural. Dirige la revista de cultura y turismo “Granada Tierra Firme”. Incluida en varias antologías de poesía y narrativa, ha participado en festivales literarios en Nicaragua y México. Publica desde los años noventa en la web. Desde hace diez años codirige la revista cultural El País Azul en www.radiolaprimerisima.com Dibuja en sus ratos libres; trabaja como consultora en Comunicación y Derechos Humanos. 
 
 

Microcuentos de Jorge Etcheverry

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Ilustraciones de Jorge Etcheverry
 
Niña y ballena

La tierra es el interior de una ballena y nosotros somos unas bacterias adentro—eso dijo la niña de unos seis años con sus palabras recién adquiridas, mientras el doctor trataba de discernir las raíces de esa fantasía—la hija de familia católica de clase media para quienes la biblia se conoce en las aburridas misas de once—despojadas de la enorme mitología escatológica de los protestantes que la hacen carne de sus más recónditos temores sus deseos más ocultos. La conexión o resonancia de la teoría horbigueriana, la desolada tierra hueca o esa visión más desolada de un universo de roca maciza interminable y el planeta una burbuja le vinieron a la mente. Pero por otra parte no dejaba de pensar en la vida al descampado del espacio que los físicos trataban de conformar según sus más ingenuos ideales, necesarios para su trabajo porque, ¿a qué estudiar las anfractuosidades posibles de un monstruo incógnito? Y esas grandes mentes se sentían cómodas en el seno de una entidad que era su sueño infantil y ponían el rostro del orden y de dios a ese caos entrevisto e incognoscible. El psicólogo (o siquiatra) sorbió lentamente su taza de té de hierbas y se dijo sí, en el espejo del estudio se revelaba su cara ajada, de un hombre de su edad, que despedía al mundo desde su mirada borrosa, qué mejor que eso, el interior de un ser vivo, cálido materno y femenino, como contrapartida a este planeta achurado de líneas de horror, una mota más en un infinito que se desconoce.



Doppelgangers

Miro hacia la calle acodado en la baranda del balcón, ella adentro se atarea en la cocina con unos trastos, su hija baja unas fotos en la computadora y el gato se refriega contra mis piernas en un paréntesis de su eterna siesta, elementos de esa vida en última instancia apacible que se deja escurrir día tras día y que ofrece la ilusión—o la verdad—de un envejecimiento suave, con las viejas series por fortuna repitiéndose en la tele, gracias a esos canales nuevos en el paquete. Los mismos libros con hojas gastadas a fuerza de la repetida lectura. La chaqueta de cuero acumula polvo en el closet, sobre todo en esos aditamentos, bolsillitos, botones de cobre, el vistoso cierre relámpago, unas hebillas—chaqueta de roto, como se decía en mi país. Frente a mí se abre un cielo malva, los árboles muestran esa variedad de colores del otoño de estas latitudes, que si uno los viera en una tarjeta postal, creería que son mentira. Y las veo que avanzan, pasan debajo del balcón y se alejan calle abajo cuando por fin termino de reconocerlas, la madre, con su pelo rojo, seguramente teñida, las faldas amplias del tono de las hojas secas, tacones altos, la hija garbosa, de un negro gótico que acentúa sus rasgos exóticos, su abundante cabellera azabache, y ese perro que conduce, airoso y feral, con un collar de metal reluciente. Son ellas, que avanzan intrépidas hacia la noche que se anuncia y me pregunto con pavor, ¿con quién entonces he estado viviendo esta vida amablemente adormecida, durante estos años?



 
 
Informe de los gestores del escritor XX

La mano que escribe esto no parece dudar más allá de la natural vacilación del dedo sobre la tecla, explicable por la edad, porque aunque el sujeto está ya muy cerca de los 70, se mantiene en excelente condiciones a pesar de lo anterior, en gran parte razón de nuestra elección. Otro problema ha sido esa misma edad y el relativo buen desempeño de sus facultades mentales, un sine qua non para nuestros objetivos que parecerían ser casi remotos a los habitantes de este planeta, debido a su corto ciclo de vida. En general, a esa edad comienza un vasto deterioro de las por así decir facultades mentales de los sujetos, lo que hace relativamente fácil su control, pero cuyo resultado en términos de productividad suele ser bastante pobre. Entonces, ante la disyuntiva de un control fácil pero relativamente improductivo y un esfuerzo mayor pero más fructífero, hemos decidido por la segunda alternativa. El sujeto produce buenos textos, que quizás puedan expandir su influencia en algunas decenas de años, o centenas (para nosotros es casi lo mismo. Parece que la habitación en la pineal de este sujeto y sus vivencias nos está contagiando). El sujeto tiene pesadillas, sueños extraños que no logra asociar con ninguna experiencia vivida y esto le preocupa. Su relativo aislamiento de otros individuos de su especie, incluso de los más cercanos, que se llaman amigos o familia, hacen que tenga bastante tiempo para el autoexamen, introspección, lo que en su caso puede resultar peligroso para nuestros fines.


Diario versus pantalla

Esas cosas que uno no se atreve a escribir se agolpaban al borde de lo que llamamos la mente y trataban de entrar a los sectores iluminados para así convertirse en tema. El hábito de mantener diarios o notas para la expresión íntima que se digiere y analiza retrocedía frente a la compulsión de publicar instantáneamente que se imponía como un mandato casi cultural diríamos. ¿Quién se resiste a la tentación de la probabilidad aunque remota de tener cientos—o miles—de posibles lectores? En décadas pasadas esos escritos se descubrían casi por casualidad en las cajas o gavetas de los famosos o semifamosos o parafamosos que fallecían. Las familias se apresuraban a destruir la documentación que de hacerse pública podría empañar la memoria de los seres queridos y a publicar la que podía acrecentar la fama y proporcionar ingresos. En caso de quienes la casualidad o un enredado cúmulo de circunstancias convertían en figuras del canon literario las ediciones e imágenes póstumas alteraban figuras ya muchas veces míticas, creaban nuevas entradas para aquellos editores que supieran aprovechar la oportunidad.


 
Papagayación

Incólume se arrebata jadeante la turbamulta decrépita o aleteante de una primera vida, de una vida incipiente que pugna por hablar por desincinerarse de las costras dejadas por milenios de la ablación sostenida de la variedad de lenguajes otrora desplegados como abanicos en los mil recovecos geográficos

Ahora escabullidos de nuestra vista, ausentes de nuestras pantallas y del inventario de los rostros que asedian en el borde los sueños

Donde las pulsiones más remotas y reptíleas asumen por lo general rostros familiares

Nos será o no dado reemplazar las lenguas muertas acudiendo a la genética, a los matices que todavía navegan en el sabor salobre de la sangre

Compensemos entonces pues os digo y me digo esa ausencia quizás de alguna manera sentida dividamos en tribus que acaso pequen de minúsculas estas vastas urbes nuestras que atesoran semillas de expresión casi cuadra a cuadra quizás no todavía evidentes pero que acechan acechan


Los nuevos medios

El aura se desprende eléctrica a la manera de Chardin y adopta un aspecto tecnológico. Infinitas pantallas se despliegan en todos los centros poblados, no solo las ciudades

El mundo se viste y desviste según climas y estaciones. Los ojos se fijan en cada momento en el reflejo, en paraderos de buses, mesas de café

“Queremos olvidarnos de todo lo que no se relacione con nosotros, no permitamos ninguna intrusión en ese mundo que reproducimos. Que nada nos venga de afuera”.



Cuento del tío

El tío cuenta cuentos se amilana sosegado en su silla de paja y se apresta a otra de sus peroratas con el diario doblado sobre sus rodillas y una barba de algunos días le florece la cara

Anonadado combate espejismos implantados en su infancia en un país de montañas y costas

De múltiples verdes

Surcado de pájaros algunos de los cuales indistintos revoloteaban arriba

Profiriendo sus variados y para mí ignotos llamados de apareamiento alarma y guía

A su espalda la de los Andes cuya ausencia en países planos del exilio confunde al trasplantado

Al frente el mar Pacífico la Mar Océano como le decían

Muchos kilómetros al Sur la Capital devora el paisaje se extiende hasta la costa casi

Mucho más al norte se instala definitivamente el desierto temperado un tanto por la línea costera que recorre el país a lo largo

Surgen en las calles los rumores del diario vivir circulan perros se desperezan gatos silban o chiflan los hombres rugen los motores—se pueden escuchar desde el cerro en que estamos enfocados por ahora

Cuéntame un cuento tío

Que no sea un cuento del tío

 
***

Jorge Etcheverry

Nacido en Chile;vive en Canadá desde 1975 donde trabaja como traductor. Es poeta, prosista y crítico. Cronipoemas, su sexto libro de poemas fue publicado en Canadá en 2010. En 1993 apareció su novela De chácharas y largavistas. Su antología de narradores chilenos en Canadá, Northern Cronopios, también fue publicada en 1993. Ha publicado prosa, poesía y crítica en Chile, Canadá, México, Cuba, Estados Unidos y otros países. Escritos suyos aparecen en antologías como Cien microcuentos chilenos, Armando Epple, Chile, 2002; Los poetas y el general, Eva Goldschmidt, Chile, 2002; Anaconda, Antología di Poeti Americani, Elías Letelier, Canadá, 2003; Latinocanadá, Hugh Hazelton, 2008 y The Changing Faces of Chilean Poetry. A Translation of Avant Garde, Women’s, and Protest Poetry, Sandra E. Aravena de Herron, USA., 2008. Es embajador en Canadá de Poetas del Mundo. Su antología Chilean Poets: A New Anthology fue publicada por Marick Press, USA, 2011. Recientemente fue antologado en la Antología de poesía chilena I,La generación de los 60 o la dolorosa diáspora, de Teresa Calderón, Lila Calderón y Tomás Harris, 2012 y en Alquimia de la tierra, de Santiago Aguaded Landero, Dante Medina y Sarah Schbabel, España, 2013.
Mantiene el blog El alba volante.

Microrrelatos de Laura Nicastro

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The Australian Cartoon Museum


LECCIÓN

Si hay algo que ese hombre le enseñó a aquella mujer fue a expresar sus deseos.

Si hay algo que aquella mujer aprendió de ese hombre fue que los deseos no siempre se cumplen.



LA OMISIÓN DEL EVANGELIO


Según el Evangelio de San Marcos, Capítulo 10, versículo 25, es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que para un rico entrar en el reino de los cielos.

Antiguamente se llamaba “ojo de aguja” a una puerta estrecha, secundaria, abierta en las murallas de las ciudades. Se utilizaba durante la noche tras haber sido clausurado el portalón principal. Fuertemente custodiada, después de la caída del sol permitía el ingreso individual a los viajeros rezagados para que no quedaran expuestos a los salteadores. El “ojo de aguja” sólo podía ser franqueado por viajeros de a pie, sin armas y sin equipaje. Ningún evangelista hizo esta aclaración pues jamás sospecharon que las ciudades cambiarían su diseño.

Ahora los ricos pueden abrigar nuevas esperanzas: es cuestión de que se enteren.


EN CASA DEL HERRERO

La lima reinaba en la herrería porque ningún metal podía con ella.

Un día entró una vieja serpiente y empezó a roerla. Creyendo que el reptil se la quería comer, la lima le dijo riendo:

- ¡Qué tonta! Si yo deshago el mismo hierro, ¿cómo vas a romperme?

A lo que contestó la serpiente:

- Sólo estoy afilando mis colmillos gastados.

Y se fue, sinuosa.


MEDICINA MODERNA

Le dolía la cabeza al caminar. Por error, le hicieron una radiografía de la cadera.

- Hay que operársela –diagnosticaron.

Le sacaron la cabeza de fémur. Ahora camina sin dolores y sin memoria.


POLIZONTE EN EL UNIVERSO

Era una partícula, una nada, suspendida por un rato entre el cielorraso y el vacío, colgada de su hilo plateado. Alpinista invertida sin montaña, empezó a hipar metódicamente ese hilo que surgía de los laberintos microscópicos de su plexo. ¡Acróbata loca, motita roja con sus ocho levísimas patas: hay que tener agallas para ser tan poca araña! Abajo, los papeles, la alfombra, la aspiradora, la muerte.

Un dedo índice intercepta su liana vertiginosa. Otro destino, sí, pero ¿cuál? Sin práctica, es muy arduo ser Dios.

Hay un macetón coronado por un enorme helecho. Allá va el dedo, con liana y tejedora. En cuanto ella toca terreno firme, se larga verde abajo por el puente vegetal. ¡Rápido, a cumplir con su sino!

Cuando días después casi invisibles arañitas bermejas se afanan entre los tallos, surge la pregunta: ¿igual a nosotros?




Robert Thompson


***

Laura Nicastro nació en Buenos Aires (Argentina), estudió Filosofía en la Facultad de Filosofía y Letras (UBA). Residió dos años en Alemania. Comenzó a publicar en los años ochenta.

Su obra incluye libros de cuentos -Los ladrones del fuego, Oyó que los pasos, Pueblos de Arena, Libro de los amores clandestinos, La Tigra-, microficciones: e-Nanos, Caleidoscopio- y novelas: Intangible y Jueves para siempre. Incursionó en dramaturgia. Sus textos fueron traducidos al francés y al alemán.

http://lauranicastro.blogspot.com.ar

"New York New York", haikús de Óscar Sarmiento

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Dave Granlund



torres gemelas

la humareda en el Hudson

hiere la vista



un lento sol

sobre Manhattan rueda

solo y de espaldas



no miente el aire

el aire se detiene

en cero en seco



Sinatra silba

su canción en cenizas

del otro mundo



brasas resbalan

se entrelazan solas

vivas se abrazan



***



 

Oscar D. Sarmiento (Chile, 1957). Poemas suyos han sido publicados en diversas revistas de Chile, Latinoamérica, Europa y los Estados Unidos. Su libro de poemas Carta de Extranjería fue publicado en 1991 por Asterión. Sus traducciones de poemas del poeta Martín Espada han sido incluidas en libros publicados en España, Puerto Rico y Chile. Es el traductor del libro La República de la Poesía, de Martín Espada (Santiago: Mago Editores, 2007). Poemas suyos y traducciones de poemas de Maurice Kenny, Martin Espada, Kathleen Sheeder Bonanno, y Phillip Lopate han aparecido en el sitio Letras de Chile
Es profesor de Lenguas Modernas de la State University of New York en Potsdam, USA.
 
 
 

Microcuentos de Álvaro Ruiz de Mendarozqueta

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Christine Von Diepenbroek


Sonidos

El toc toc de los tacos en el piso de madera. El zip zip de la seda. El muac del beso. El flip flip de las fotos que me mostró.

Plaf plaf los sopapos.



Mago
Lean bien mi mano, nada por aquí, nada por allá: voy a hacer desaparecer el cuento.


Mujer en la luna
 

Raquel Armstrong se fue a trabajar como maestra primaria en la Puna.
Ese primer entusiasmo se fue entumeciendo por las soledades y las carencias. El paisaje baldío sembrado de piedras le recordaba su sentir.
A la noche, a la luz de la luna y de las estrellas conseguía su bálsamo. El que le permitía continuar.
El alivio llegaba a su expresión máxima en las noches de luna llena. Caminaba hasta la laguna cercana y se quedaba horas mirando el reflejo congelado en la superficie.
Pensaba en subir a la luna aunque sea con la escalera de Calvino.
Una noche y sin saber por qué, se metió en las aguas heladas para tirarse a flotar sobre el reflejo: y fue la mujer en la luna.


Comenzar

Él está tranquilo aun avistando la decisión de ella. Ella no vendrá porque sí. Analizará una y otra vez como quien pica en una cantera.

Él se prende con debilidad a una ilusión. La de ese enamoramiento que ocurrió hace tanto tiempo.

Todo parece inevitable. Ella vendrá a decir que no. Si hasta luce sensato. Los recuerdos aplastan la esperanza.

Llega espléndida, con color, ajustada. Ríe, y una hebra de ilusión flota.

La boca de ella cae sobre la de él y todo parece igual que entonces.


Pedido

Estaba tomando mate en la cocina cuando se me ocurrió que la pava de agua caliente podría ser una lámpara, una lámpara o vasija de los deseos. Sonriendo apoyé una mano sobre el borde tibio y pensé: quiero escribir como Borges.

Distingo manchas y sombras en movimiento como si estuviesen proyectadas en un telón blanco, como sombras sobre un vidrio esmerilado. Los libros son sombras también.

Dicto mis ideas y mis cuentos a un estudiante de literatura que las escribe en una computadora. Luego puedo escucharlas. Él me dice que los cuentos son muy buenos y acepto su piedad.

Cuando descansamos él ceba mate y de vez en cuando hago el intento de hacerlo yo; más que nada para tocar la pava de nuevo.

Aún no me atreví a pedir que los cuentos sean buenos.



Álvaro Ruiz de Mendarozqueta

Nació en Santa Fe, Argentina, en 1957. Vive en Córdoba, Argentina.

Publicó su primer cuento en la revista SuperHumor en el año 1981.

Participó de la convocatoria de la revista El Péndulo que derivó en la creación, en el año 1982, del Círculo Argentino de Ciencia Ficción y Fantasía del cual fue socio fundador.

Publicó relatos en las revistas SuperHumor, Sinergia, Clepsidra, Cuasar, Vórtice, Gurbo, Gestalt, Axxon y miNatura y artículos en Sinergia y en la revista Puro Cuento.

El artículo ‘Acerca de escribir, desde adentro’, publicado en la revista Sinergia #12, ganó el premio Más Allá en 1987, otorgado por el C.A.C.Y.F (Círculo Argentino de Ciencia Ficción y Fantasía).

También publicó relatos en el diario El Litoral de Santa Fe y en las antologías Fase Uno, Fase Dos, Grageas 2, Todo el país en un libro. Incluido en las antologías Microrrelatos navideños y Fútbol en breve de Internacional Microcuentista.

Alción Editora está preparando su libro de cuentos ‘El arte de lo efímero’.

Cuentitos con menos de 200 palabras

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Unicornio cautivo. Tapiz (1495-1505)


Por Adriana Alarco de Zadra

100-Sueño


Soñé que cabalgaba un unicornio. Volaba con sus alas equinas desplegadas, sobre árboles de bosques tropicales donde asomaban orquídeas y helechos. Los ríos serpenteaban entre la floresta con cantarinas aguas y canoas. Remaban nativos de la zona y alzaban sus brazos saludando. Me estremecí con tanta belleza y tan emocionada estaba que resbalé y apreté el cuerno frontal de mi cabalgadura, pero empecé a caer, flotando entre el rocío del atardecer. Caí sobre un lecho de flores, que eran las de mi colchón en la cabaña amazónica donde me alojaba, y desperté en brazos de mi amante estupefacto y dolorido.

 
160-La sombra

Me desperté tarde ese domingo porque en invierno de noche, a menos que sea de luna llena, no existo para el mundo. Observé por la ventana el sol que entraba a raudales mientras preparaba el café cuando me di cuenta de que una sombra me seguía al otro lado de la mesa. Era una sombra sólida y brillaba contra la pared, por los anaqueles de colores. Extrañada y enojada por tal persecución cogí la tijera de trozar el pollo y separé la sombra que me seguía. La corté al borde y dio un salto hacia atrás. De pronto caí en cuenta de que todo era tan irreal que podía pertenecer a un sueño. Me despertaría luego, como una sonámbula, en la cocina. Continuaría mi vida deslizándome por las paredes, arrastrándome por los suelos teñida de negro, como cualquier sombra digna que se respete y todo resultaría otra vez normal en este mundo de sombras en el que vivo…


190- El Fantasma en el Espejo

Una vez encontré un espejo de marco dorado con un fantasma al fondo que me conversaba. Traía un pañuelo bordado con manchas de rouge y de vino tinto, como triste recuerdo de la última fiesta a la que asistió. Lo reconocí luego entre los retratos oscurecidos de personajes atemorizantes que se guardaban en el ático. El fondo mostraba un cielo tempestuoso y un paisaje demasiado alucinante para ser real. Los relatos de viajes y aventuras de mi amigo del espejo, llenó mi imaginación de fantasía desde muy tierna edad. Entonces no existía el televisor y yo pasaba horas delante del antiguo espejo escuchando sus historias.

Hoy, cuando veo que se botan a diario los lapiceros, los pañuelos, o se cambian los celulares, las casas y hasta las parejas cada año, me pregunto ¿adónde va todo eso? ¿Y las personas olvidadas, se esconderán en los espejos? Por las dudas, nunca dejo de atisbar los reflejos en cada uno de ellos que veo, porque quizás pueda encontrar otra vez al fantasma de mi niñez para agradecerle por las horas encantadas que pasó conmigo y decirle que yo sí lo recuerdo con cariño.
 
 


158-El Minotauro de Piedra

Lo veo entrar en el laberinto. Recorre husmeando túneles y pasadizos, grutas y cavernas. Está buscando a la divinidad encerrada entre paredes húmedas de musgo, sobre helechos y hongos que cubren las piedras. Por el sendero donde camina, asoman flores negras, venenosas. Aproximarse al lugar de terribles acontecimientos da prueba de su intrepidez y ferocidad. No lo reconozco desde aquí, puede ser algún guerrero.

Lanzo un terrible rugido para espantarlo y entonces él vislumbra mi máscara monstruosa pero no se detiene. Asomando a la entrada, Pegaso revolotea fuera de la gruta en lo alto de la colina sobre el mar. Dos serpientes envuelven mi cintura y se enroscan en mis cabellos. Pero él no es ninguno de los cazadores de monstruos. Es el mismísimo Minotauro que me observa mirándome directamente a los ojos. Nunca se dio cuenta que yo soy Gorgona y él ha quedado allí, convertido en estatua de piedra, custodiando mi secreto.

 
135-La Cita

Esperé por horas y horas, mi paciencia se acababa. No podía soportar que pasaran los minutos uno detrás de otro, sin saber de él. Me había jurado amor eterno, me ofreció todo lo que tenía; me hizo vislumbrar una vida sin penurias, colmada de pasión y de hermosura junto a él y yo lo espero aún… tic tac, tic tac…

El alma se escapa del cuerpo en torbellinos. Se va acercando el ocaso con su cielo de nubes rojas y esperanzas en el aire. La tormenta se aleja en el horizonte y luego la calma apacigua mi espíritu inquieto. ¿Pero, por qué no está conmigo?

Cuando por fin él llegó a la cita, encontró solamente una estatua de hielo que se derretía poco a poco, en medio de una fuente húmeda de lágrimas.

***

 
Adriana Alarco de Zadra

Nacida en Lima, Perú, de padres descendientes de europeos, creció hablando varios idiomas. Estudió en Perú, en Estados Unidos y en Italia. Trabajó como secretaria, traductora, profesora y directora de un Museo. Siguió a su esposo a los campamentos de trabajo en los Andes así como en otros continentes por lo que a veces se siente extranjera en su propia vida. Le han publicado libros de geografía, de teatro, de ciencia ficción, poesías y cuentos en varios idiomas. Es viuda pero sus hijas y sus nietos le llenan la vida. Cuando se le terminan las palabras, pinta. Los colores le dan alegría y serenidad. Italia, 2015.
 
 

Hiperbreves de Alfonso Pedraza

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Ilustraciones: John Seba



Silencio



Se secó el mar dentro de la caracola



Estásimo 42


Confirmada la revelación. Se hizo extirpar el ombligo y, tatuó en su lugar ¡Salve Yocasta!



El esperador esperado



Para volver, Odiseo aguarda, desde hace añales, que la túnica esté completamente tejida.



Clásico


Teje, desteje. Penélope es otra desde aquel “ahora vuelvo voy por cigarros”.



Interrogante o necedad ancestral



Cuando diluvió, ¿el dinosaurio estaba ahí?



Aciaga reflexión de una liebre secuestrada


Aquí, hay gato encerrado.



Un hombre necio de Sor Juana…


¡Yo qué! ¡Ellas!



¿Suicida?


¡Qué esnobismo! Lo actual es ser autómata.



Candor

Manzana cree aprisionar al gusano.



Eutanasia para mi cuento:


Fin.


Microtaxonomía



(Homo ludens brevisimus).

Cosmopolita. En vías de expansión.

Alimentación: merlines, gacelas, relámpagos y suspiros.

Adereza entremeses indigestos a sensibilidades ortodoxas. 




***


Alfonso Pedraza Pérez: Médico Cirujano, por la UNAM. Fundador del Taller de Minificciones de Ficticia. Ha publicado en: El Búho, La risa de la hiena, La Jornada Semanal, Tal Cual de Venezuela, ”Cien fictimínimos”, “Libro de los seres no imaginarios”, “Alebrije de palabras”, “Cuentos pequeños, grandes lecturas” y “Futbol en breve. Microrrelatos de jogo bonito” y en páginas electrónicas. Artículos sobre minificción en: Hostos Community College de CUNY, Pleisosaurio, y Cultura de Veracruz. Jurado del Premio de Cuento corto “Agustín Monsreal” 2011. Compilador de “Cien Fictimínimos. Microrrelatario de Ficticia” 2012 y de “Cuentistas brevísimos de EL CUENTO, revista de imaginación” 2014. Crea los blogs: “Arca Ficticia” ; “Minificciones de “El cuento, revista de imaginación” y “Plasticidades” contiene sus textos. Produce y conduce el programa radial “Gente de pocas palabras” dedicado a la difusión de la microficción universal. 

Microcuentos de Patricia Nasello

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Joan Miró



Ira

Acostumbrados a verlo levantar sus olas, rítmica y tranquilamente, como magníficos bostezos de hipopótamo, no notan el cambio de humor que lo domina. No perciben su sorda rabia ante la nauseabunda mancha que se extiende. Por tal motivo sus primeros ataques —un grupo de pescadores, la sirenita de Andersen, el Libro de Jonás y cierta antigua casa labrada en coralina—, los tomará desprevenidos. Y para cuando, por fin, organicen la defensa, él, descontrolada ya su furia, con descomunales lenguas líquidas estará arrastrando a su abismo manadas de centauros, quebrachales, la regla de tres simple, acuarelas, niebla, agujeros, cuentos de suspenso, nidos, pesadillas, ocarinas, políticos y simios, el Paraíso Perdido y las Islas Bienaventuradas.

Pervertida la última gota de agua límpida de mar, llegará el aciago momento en el cual todo lo que de él surgió yazga bajo esa viscosa sangre de la muerte que los hombres llamaban petróleo.



La caricia

Quizá se debió a un ansia inconsciente de elevarme hasta encontrarte, o a un efecto de la desesperación; el caso es que comencé a volar.

Sostener mi cuerpo en el aire, orientarme según los vientos, descubrir en las alturas un presagio de tormenta, fue un aprendizaje arduo, un proceso peligroso que ocupó mi tiempo y dio sentido a mi vida.

En las montañas la vista es maravillosa y el silencio casi perfecto. Los cóndores ya no recelan mi presencia, sin embargo bajo a diario al llano. Visito el camposanto. Recorro con mis yemas las letras de tu nombre.



Regocijo


Él vio a una desconocida, está seguro.

—¿Cómo, si el amontonamiento del basural apenas deja ver de noche? —lo increpa un niño cara sucia cuyas costras de roña parecen duplicar su peso exiguo. El resto de la barra apoya al desconfiado.

—¡La vi con estos dos ojos! —los chiquilines ríen, su ojo izquierdo, que a ratos se desvía como si quisiera unir fuerzas con la nariz, ni derecho ni torcido logra ver nada—. Dejó un ramo de flores abajo del árbol que está después del paredón. Capaz que hay un muerto ahí, enterrado —agrega con el desparpajo que le otorgan sus diez años largos de hambre. Sonrisa torcida, perversa.

Haciendo caso omiso a la escarcha que el sol aun no derrite, recogen del basural algo que fue una pala. Entusiasmados, discuten quién será el que cave, cada uno encuentra el argumento que justifique su derecho a usarla. La expectativa colorea sus mejillas magras, los excita.

—Yo pateo las flores si todavía no las han cagado los perros —anuncia—. ¿Y si el muerto tiene anillo, cadena, medallita? —habla entre risas.

Los otros, mocos expuestos al aire gélido, ríen con él. La felicidad es contagiosa.



Salvaje


Decide eliminar con crueldad al enemigo: detona una carga de palabras odiosas, gastadas, en descomposición.



Postal

Para Mario y Alejandro


Bajo la brillante claridad que precede a la aurora, un par de niños corren a través del valle y ríen. El mayor, con los brazos en alto, sostiene un aparejo de pesca en cada mano. Las cañas, talladas en madera de cerezo, apuntan orgullosas hacia el delicado fulgor que se abre paso tras las sierras mientras las líneas, como si fuesen banderas, flamean detrás. El pequeño hace su mejor esfuerzo para que el primo más grande no se le adelante y observa maravillado como los anzuelos atrapan rayos de sol. Las capturas dejan su huella en el cielo: hasta un forastero podría distinguir ese efecto bello y extraño, esos vacíos en la luz.


Hado

Ovillado en mí un hombre imaginario dormita. Vencerá a la realidad cuando despierte.



Cerdo

Era una mujer. La vi venir desde lejos, bajaba la cuesta a tropezones. Se caía, se volvía a levantar. Intentó volverse un par de veces, trepar la sierra. No pudo. Continuó desbarrancándose. Hasta que se topó con el chiquero. Entró temblando —de cansancio— supuse. Y se acostó entre nosotros, en el barro.

Sus piernas, sus brazos, estaban cubiertos de moretones; el pelo en desorden; la blusa y la falda, rotas.

—Viene cayendo desde hace mucho —pensé.

Durmió varias horas.

Cuando reaccionó caminó hasta el comedero.

Una chancha llorando no conmueve a nadie. Es patético. Grotesco. Ella debe saberlo, porque da vuelta la cara, esconde las lágrimas.

Ahora está en mi manada. Tarde o temprano tendrá que entrar en celo. Si todavía llora, será su problema.


Vida

—Dios es el primer alfarero —dice papá, y me enseña a amasar el barro para que no queden grumos. Los grumos arruinarían las cosas importantes que hace: platos, fuentes, ollas, macetas. Desde que era más chiquita me gusta verlo trabajar. Dice que enseñarme “el oficio” es un regalo que me hace porque es navidad, pero no, es porque aprendí a sumar rápido y también a leer.

—¿El primer alfarero cómo? —pregunto mientras ponemos a secar las piezas antes de llevarlas al horno. Me gusta mucho ver el conejito que modelé al lado de sus cántaros.

—¿Cómo? —ríe—. Haciendo con barro al primer hombre —. A veces habla de cosas que no entiendo a propósito, para que no se me vayan las ganas de estudiar—. Lo llamó Adán y es el padre de todos.

Se pone serio, creo que piensa en el abuelo. Quiero darle la mano para espantar la tristeza pero está peor. Mira mi conejito que se ha llenado de esa pelusa blanca tan linda y ahora salta para el lado nuestro.

Lo alzo, es tibio y suave.

—Tocalo papi, no tengas miedo.

***

Patricia Nasello (Córdoba, Argentina, 1959).


Editora de contenidos de “Microfilias” revista digital trimestral de los géneros breves en español (publica Editorial Libros al Albur, Sevilla, España).

Tiene publicado el libro de microcuentos “El manuscrito”, edición de autor, 2001.

Ha obtenido varios galardones con sus cuentos, entre otros, los otorgados por la SADE (Sociedad Argentina de Escritores, seccional Córdoba), el periódico “La Mañana de Córdoba”, la Municipalidad de Alta Gracia (Pcia de Cba, Argentina), la red ning TRIPLE C (Cofradía del Cuento Corto), la “Escuela de Escritores” (España), y las revistas digitales Internacional Microcuentista y Cuentos para el andén.

Edita los blogs “Patricia Nasello microrrelatos” (textos propios), "Piedra y nido" (antología de microrrelatos) y “REY ARTURO, el hombre, el mito” (análisis de los núcleos históricos y literarios que disparan —dan nacimiento y nutren— la leyenda artúrica).

Coordinó talleres de creación literaria, desde el año 2002 hasta el 2012 inclusive, en las siguientes instituciones: Centro Cultural de Alta Córdoba, Paseo de las Artes, SADOP (Sindicato Argentino de Docentes Privados) secc. Cba.

Algunos de sus microcuentos han sido distinguidos con traducciones al inglés, francés, rumano e italiano. 
 
 
 
 

Microcuentos y haikús de Milton Puga

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Pieter Bruegel


Bon appétit!


Es verdad. Mis parientes golpearon al misionero con un garrote. Luego lo guisaron y finalmente se lo comieron en una cena muy animada. Sólo dejaron los zapatos. Actualmente están en el museo de la aldea, dentro de una caja de cristal. Desde entonces las cosas no han marchado bien para nosotros. Han pasado más de cien años y todavía dependemos de la pesca y la recolección de frutas para alimentarnos. No tenemos hospitales, escuelas ni caminos. Por eso organizamos la cena de aniversario. Para pedir perdón, para sacudirnos esta maldición y para reconciliarnos con nuestro turbulento pasado. Afortunadamente los familiares de la víctima no nos guardan ningún resentimiento. Entienden que éramos –y en cierta forma continuamos siendo– unos pobres salvajes. Aceptaron de inmediato la invitación, a pesar de la distancia y las dificultades para llegar hasta aquí. Fue una jornada memorable. Muy temprano en la mañana realizamos la visita al museo. Le pedimos perdón a la familia delante de los zapatos del misionero. Hubo discursos, lágrimas y tiernos abrazos. Al atardecer, en una playa de blancas arenas encendimos una fogata sobre un lecho de piedras para guisar pescado. El crepitar de las llamas iluminaba los rostros. Sentados en torno al hogar extendíamos nuestras manos para tomar el alimento. El tataranieto del infortunado misionero estaba junto a mí. Con sus finos dedos desgarró un trozo de carne de nuestro pez más sabroso, me miró a los ojos y me lo ofreció con una sonrisa. Se me hizo agua la boca.



Razones de peso

Los animales salvajes dedican toda su vida a devorarse entre sí. Esto a nadie le sorprende. Pero yo no soy un animal. Soy gorda y por eso me desprecian. A los seis años ya pesaba cincuenta y cuatro kilos. Quizá me temen. Deben pensar que puedo abalanzarme sobre ellos para morder sus miembros atléticos y bronceados. En cierta forma tienen razón. Mi boca siempre está al acecho. En ocasiones, cuando he vaciado la despensa de mi casa, he tenido que asaltar los refrigeradores de mis vecinos. Esto apena mucho a mi mamá. Ella es muy delgada. Cuando me sale a buscar, siempre trae consigo el cinturón de papá. Es muy ancho y muy largo. Y pega fuerte. Ahora último me cuesta salir. Tengo que hacer un esfuerzo para pasar por la puerta. Desde la ventana de mi pieza observo a la gente. Son todos delgados y hermosos. Especialmente las chicas de mi edad. Una vez me crucé con un grupo de ellas. Llevaban regalos y vestían con primor. A la distancia escuchaba su conversación. Iban a una fiesta de quince años. Decidí seguirlas. Después de caminar un trecho se detuvieron frente a una puerta y llamaron. Les abrió una mamá encantadora. Por la puerta entreabierta me llegó el dulce aroma de una torta. Bizcocho remojado en caramelo, con crema de naranja y adornos de mazapán. No pude contenerme. Corrí con todas mis fuerzas. Justo antes de llegar, la puerta se cerró. Me desplomé en la acera, vencida por el esfuerzo y aplastada por mi propio peso. Del otro lado de la puerta me pareció escuchar algunas risas.


 
Academia

“El arte es largo, la vida breve.” Lo sabemos por experiencia. Muchos han partido sin haber visto concluida nuestra magna obra. Yo soy el más joven. Tengo noventa y siete años. Hace setenta años nuestros predecesores comenzaron a trabajar en la novena edición. Actualmente vamos en la letra P. Debemos proceder con extrema cautela. Desde hace algún tiempo se ha incrementado la presión para introducir neologismos. Con frecuencia se nos acusa de elitistas e inútiles. Se dice que demoramos indefinidamente la conclusión del diccionario para seguir aprovechando privilegios y prebendas. ¡Atolondrados! ¡Insensatos! ¡Temerarios! Cada mañana me ajusto el monóculo y reviso los titulares de la prensa. Allí asoma la avanzada de la barbarie contra la cual luchamos desde nuestro alto sitial. Esas pobres mentes se han dejado esclavizar por la necesidad más inmediata. En los titulares, con porfiada insistencia, se repiten las mismas palabras. Pocas y pobres palabras. Esta sola circunstancia bastaría para justificar nuestra existencia y, por qué no decirlo, también nuestros privilegios. De no ser por nuestra labor, ¿quién podría develar a las gentes sencillas la belleza profunda que oculta la etimología de la palabra “pabellón”? ¿O la secreta afinidad que vincula a los términos “yugo” y “cónyuge”? ¿Quién sino nosotros podría poner de manifiesto la infinita sabiduría contenida en refranes como “En tierra de ciegos, el tuerto es rey”?

 


 
 
 
---Haikús---

Una araña en

el cielo teje contra

viento y marea.

*
El viento ruge.

En los nidos se eleva

una oración.

*
Montón de tierra.

Pájaros silenciosos.

Último adiós.

*
Paseó su color

en la sombra y en la luz.

Volando se fue.
 
*

Del otro lado,

el viento hincha sus alas.

Es la libertad.

*

Nuevas canciones.

Los pequeños ángeles

despiertan el día.



*



Milton Puga

Rancagua, Chile, 25 de noviembre 1960.

Profesión: Diseñador Gráfico.

Oficio: Publicista.

Vocación: Lector que escribe.

Desde diciembre de 2011 reside en Temuco, en La Frontera del Reyno de Chile, donde asesora a empresas e instituciones en gestión de marca y comunicación estratégica.

Un libro publicado: Amanecer, Sudamericana, 2003; doce relatos de ficción.

Tiene la esperanza de publicar pronto otra docena de cuentos con el título Reverso.

Cultiva la microficción. 
 
 
 
 

Microcuentos de José Manuel Dorrego Sáenz

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Roy Lichtenstein



Peor que usted


Se ovilla sobre las baldosas frías y comienza a temblar: ese es, básicamente, el Modelo 1, señor. Y créame que impresiona tanto como deprime. El modelo 2 también se ovilla y tiembla, pero añade unos gemidos entrecortados que ponen los pelos de punta, permítaseme la frase hecha. Cuesta algo más, claro está, pero compensa el sacrificio económico. El modelo 3, añade a sus predecesores un llanto con lágrimas hiperrealistas que le estremecerán. Junto a él, comprenderá lo que significa realmente la desolación. Todos incluyen garantía de cinco años, piezas y mano de obra incluidas. Créame, señor, si busca alguien más desdichado que usted, nuestros modelos son el complemento ideal: su aciaga y desdichada existencia harán que sus problemas le parezcan una bendición.


La poda



Está a punto de alcanzar la excelencia de la brevedad. En su último relato de una sola línea, ha conseguido prescindir del verbo, el adverbio, los dos adjetivos y el pronombre personal. Aún le queda una conjunción copulativa, de la que intentará deshacerse próximamente (Ya tiene un plan al respecto) Entonces solo le quedarían los puntos suspensivos, gracias a los cuales confía en mantener la intriga hasta el final.



Sonría, por favor


Usted es el primero que la abre ¿Cómo consigue permanecer impertérrito? Hace tres siglos que nadie llega hasta aquí para abrirla, debería sentirse un titán, un elegido, un héroe, un prócer. Y sin embargo, mírese, la ha abierto con desgana, como con desidia, igual que si estuviese abriendo, medio dormido, la tapa del bote de Cola Cao por la mañana. Pero en el pecado llevará la penitencia. Ahora deberá permanecer aquí, junto a ella, hasta que alguien regrese para abrirla de nuevo. Y ponga un poco de actitud de su parte, señor, por lo menos sonría, que parezca que, al menos, le entusiasma lo que hace.



2500 voltios



No creo que pueda pedirse mucho más para ser un lunes por la tarde. Por motivos logísticos, su ejecución ha sido aplazada hasta el jueves de madrugada. Así pues, para usted hoy es como si fuese un viernes. Sea positivo y sonría, caballero: piense que es como si le quedara todo un fin de semana por delante.



Sin noticias de Dorian Gray



Le di un puñetazo al lienzo, mi brazo se hundió en la pintura y quedé integrado dentro del cuadro. ¿Qué qué se siente formando parte de una obra de arte? Francamente: desasosiego. Como era un cuadro vanguardista, ahora soy un arlequín con orejas de búho (Ya sé, los búhos no tienen orejas, pero eso forma parte de la gracia del vanguardismo). Al verme, la gente dice cosas como “Sé magnific”. Yo flipo. La próxima vez le doy un puñetazo a un retrato costumbrista: por lo menos, dirán que les recuerdo a alguien que se parece, lejanamente, a no sé quién.



***


José Manuel Dorrego Sáenz (España)



Comencé a escribir muy joven, cuando en la televisión solo había un canal con películas malísimas donde siempre ganaban los buenos, así que era la manera de inventarme mis propias historias. Luego, en 2002 me encontré en Internet con Ficticia, página decana del cuento en la red, y donde el microrrelato tiene un hueco esencial. Desde entonces escribo y colaboro en esa página, igual que otros están apuntados a un club de críquet. Tengo relatos publicados en la antología “Latidos”, “101 fictimínimos” o “La lectora impaciente”, y he sido ganador o finalista de concursos como “Relatos de verano” (ABC) “Los microrrelatos de El País” (El País) “Relatos” (ABC), “Concurso de relatos de RENFE”, “Cuentos en la Onda” (Onda Madrid), “El museo de la palabra”, “Augusto Monterroso”, “Maratón de microrrelatos Navacerrada 2015” o “Relatos en Cadena” de la Cadena Ser, donde he sido 8 veces finalista, y estaré presente en la final anual de 2015. En mayo, presenté y publiqué mi primer libro en solitario de microrrelatos, “El contrabajista del Titanic”, cuya segunda edición se espera para el mes de junio. 
 
 
 
 
 

«Fenómenos de circo», por Ana María Shua

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Portada de Fenómenos de Circo, de A.M. Shua (Emecé)



---Ventajas femeninas---

Quién si no las mujeres, siempre dispuestas a doblarnos (los hombres son tan derechos), con nuestro estilo complicado y retorcido (los hombres son tan simples), con nuestras articulaciones laxas (las de los hombres son tan rígidas), quién si no las mujeres y las serpientes para contorsionistas, empecinadas en ese nudo obsceno, tentador, reprobable, que sin embargo non exigen, nos aplauden.



---Nudo gordiano---

El carro de Gordias, rey de Frigia, estaba atado con un nudo tan complicado que nadie lo podía desatar. Según el oráculo, quien fuera capaz de deshacer ese nudo conse­guiría conquistar toda Asia Menor. Sólo Alejandro Magno fue capaz de encontrar la solución: cortó el nudo con un tajo de su espada. Pero este no es el caso, amigos, les ruego que tengan un poco más de paciencia, insiste la joven contorsionista, ante los hombres que la sacaron en andas de la pista y desde hace tres días están tratando de desanudarla.



---El ligre---

El ligre, dicen las enciclopedias, es producto del cruce entre un león y una tigresa. Su aspecto es el de un gigantesco león con rayas de tigre difusas. Los ligres macho desarrollan melena. Su nombre científico es Panthera tigris x Panthera Leo. Más grande que su padre y su madre, el ligre llega a medir más de cuatro metros y a pesar hasta cuatrocientos kilos. Como el gen que inhibe el crecimiento se transmite por vía materna en los leones y por vía paterna en los tigres, el ligre no lo hereda, y, así,crece sin parar durante toda su vida.

Se dice que el más grande de los ligres excede el tamaño de todo lo conocido. Se dice que el universo entero, desde el Big Bang mismo, crece y se expande en la cavidad bucal de ese viejísimo ligre, que está a punto de morir.



---La pequeña Lucía Zárate---

En su edad adulta, la mexicana Lucía Zarate llegó a medir cincuenta centímetros. Pesaba dos kilos y medio y era perfectamente normal en cualquier otro aspecto. Fue la enana de circo mejor pagada de la historia. En 1880 ganaba nada menos que veinte dólares la hora. Murió una noche por congelamiento, cuando el tren en el que viajaba quedó varado en las Montañas Rocallosas.

Aquellos que van en peregrinación hasta el lugar de su deceso, la consideran una intercesora ante la divinidad. Instalada a los pies del Trono del Señor, sólo ella en toda la jerarquía de santos sería capaz de resolver los pequeños problemas que los demás desdeñan. Se ruega a la mínima Lucía para que nos libre de los callos, el mal aliento, las visitas inoportunas, la gente que habla en el cine, las manchas de comida en la ropa buena y la picazón por alergia de contacto.

Lucía Zárate

---El acróbata de los azotes---

En la educación de un príncipe de Inglaterra cumplía un papel fundamental el Niño de los Azotes. Cuando el príncipe cometía un error o una transgresión, se propinaba al Niño de los Azotes el castigo que estaba prohibido descargar sobre la sagrada persona de Su Majestad.

El famoso acróbata italiano Archange Tuccaro, autor del primer tratado sobre saltadores y volantineros (Trois Dialogues, París, 1599) fue contratado para enseñar el arte acrobático al emperador Maximiliano de Austria. De acuerdo con el relato de un testigo presencial, cada vez que el monarca cometía una torpeza mientras realizaba una voltereta en el aire, un joven saltimbanqui caía al suelo en su lugar. A causa de la poca habilidad natural de Maximiliano para este tipo de ejercicio, los jóvenes acróbatas, con los huesos rotos, debían ser frecuentemente reemplazados.


---Problemas con los elefantes---

Siempre el problema de los elefantes. Las dificultades para alimentarlos, sus caprichos. Los fardos de pasto que nunca alcanzan, sus exigencias de prima donna. Quieren salir últimos, como broche de oro del espectáculo, figurar primeros en el cartel, quieren que la joven que levantan en su trompa sea una modelo famosa y cotizada, quieren bombones, imagínense: no menos cuarenta kilos de bombones. Quieren manteca, pero suelta y no en paquete, para frotarse las arrugas en la piel de las rodillas. Y después, ante el domador, como si nada: obedientes, graves, silenciosos. Todos se burlan de mí, nadie me cree, es agobiante, estoy harto de ser cuidador de elefantes, quiero cambiar, estoy comiendo mucho, me dejo crecer la trompa.


---El primer tragafuegos---

Euno era sirio y esclavo, ingenioso y rebelde. En el año 133 antes de Cristo se convirtió (pero jamás lo supo) en el primer tragafuegos registrado de la historia occidental. Fue líder de una revuelta de esclavos en Sicilia, donde tomó varias ciudades, y llegó a coronarse rey. Como prueba de la inspiración divina que lo animaba, avanzaba al frente de sus desesperadas tropas escupiendo fuego, humo y chispas. Llevaba en la boca una cáscara de nuez llena de materia ígnea, brasas y azufre, soplando a través de sus perforaciones, con el efecto de un fuelle sobre las ascuas. En el Cirque du Soleil hubiera sido un gran artista. Capturado vivo, la muchedumbre de Roma se limitó a descuartizarlo, en un espectáculo sin duda interesante pero imposible de repetir.


---Tres piernas---

El rey Salomón le exigió cierta vez al demonio Asmodeo que le mostrara a uno de los seres que viven en el reino subterráneo. Tembló la sala del trono, se abrió la tierra y un hombre extraño, con tres piernas, surgió de las profundidades. Asmodeo no tenía el poder de hacerlo regresar a su mundo, y tampoco el rey Salomón. Para compensarlo de algún modo por su injusto exilio, Salomón lo empleó como pastor de sus rebaños.

En la primera mitad de siglo XX se exhibió en circos de Estados Unidos un hombre con tres piernas. Decía llamarse Francesco Lentini. La tercera pierna nacía de su espina dorsal, como si fuera un apéndice caudal, por lo que en su acto la utilizaba muchas veces como taburete.

Se equivoca el que intente descubrir alguna conexión entre estas dos historias.


***
      Ana María Shua

 
Ana María Shua

Escritora argentina, nacida en Buenos Aires en 1951. Ha escrito poesía, ensayo, novela y cuento. Ha publicado los siguientes libros de microrrelatos:


1984 - La sueñera, Minotauro, Buenos Aires (reeditado por Emecé en 2006)

1992 - Casa de geishas, Sudamericana, Buenos Aires

2000 - Botánica del caos, Sudamericana, Buenos Aires.

2004 - Temporada de fantasmas, Páginas de Espuma, Madrid.

2009 - Cazadores de letras, (reúne los cuatro anteriores), Páginas de Espuma, Madrid.

2011 - Fenómenos de circo, Páginas de Espuma, Madrid y Emecé, Buenos Aires.

Más información, aquí.



Brevilla reproduce estos textos con la autorización de la autora.





Microrrelatos de Bibiana Bernal

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Beth Moon


Viaje de invierno

El rostro dulce y la voz excitada del niño irrumpieron en el estudio.

–Papá, papá, mamá sigue aquí, suena y suena.

–Lo sé, también escucho su violín todas las tardes de lluvia.

–Papá, silencia un momento tu oboe y ven conmigo al jardín. Mamá ahora interpreta Viaje de invierno para nosotros.

La mano del oboísta no alcanzó a viajar desde su instrumento hasta la mano de su hijo. Justo cuando el niño la extendió, su padre se desvaneció, integrándose con la lluvia que caía tras la ventana.



Confusión

Mami, anoche soñé que podía volar y recorrer grandes distancias en poco tiempo. Fue un sueño muy bonito. Paseé por todo París durante el tiempo que tardamos en llegar a la escuela en el autobús. Cuando fui a despedirme de ti, estabas vestida igual que cuando te acostaste, yo tenía la misma pijama y también era lunes. Aproveché para visitar a papá. Lo encontré pintando, como siempre. Al verme se sorprendió y preguntó cómo llegué. Le dije que volando pero no me creyó y me encerró en su habitación. Por eso te llamo, mami, para que le expliques que es un sueño y me deje ir.



Desahogo

Una mujer que llora, intenta escribir un minicuento. Lo único que se le ocurre es un cuento cuya protagonista llora desde el principio hasta el final. Cuando termina de escribirlo, el llanto de la protagonista cesa. Ahora lo único que a esta le preocupa es calmar el llanto de la escritora.



Encuentro

Entra al café, me mira y se acerca. Permanece. Nos saludamos con un gesto. Sonreímos. Le permito sentarse. Trae restos del aguacero que hasta hace un momento yo contemplaba a través del cristal. Ha entrado para refugiarse. También yo... aunque llegué mucho antes de que lloviera. Se acerca aun más y entramos en comunicación. Al cabo de un rato, abandona el lugar, porque alguien hace que salga. Lo hace. Regreso entonces la mirada al cristal, para verlo cruzar la avenida. Allá va, en medio de la lluvia, ha retomado su ruta incierta de perro callejero.



Pesadillas

Las pesadillas resultan más angustiosas para quienes están alrededor que para los directamente afectados”, concluyó el hombre después de intentar, en vano, salir de las pesadillas de su esposa.



Descontinuado

Después de comprar la cabeza, los brazos, las piernas, el tronco y los órganos, al fantasma le fue imposible comprar la vida.

***

---Bibiana Bernal---


(Colombia, 1985). Es poeta, narradora, editora y gestora cultural. Dirige en Quindío la Fundación Pundarika, la editorial Cuadernos Negros y la revista Minificciones. Ha publicado: “Mujeres minicuentistas” (2006), “8 Cuentistas Quindianos” (2007), “5 Ensayistas Quindianos” (2007), “Minificción Quindiana” (2007), “Silencios de Hadaverde” (2007), “Ellas cuentan menos” (2012) y “Dos veces breve. Minificción de México y Colombia” (2014). 


 

Microcuentos de Diego Muñoz Valenzuela

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Jackson Pollock


De cómo la poesía infunde historias de amor

La bruja dulce se enamoró del licántropo. No supo si la sedujo su sonrisa bondadosa y cargada de colmillos, su mirada lobuna inundada de deseo o sus palabras lentas y cuidadas. La cuestión es que le dio por leer poesía. Leyó a Miguel Hernández y sintió los vuelcos de su corazón de terciopelo ajado. Leyó a García Lorca y se convirtió en potra de nácar y en mozuela. Rogó al licántropo para que la llevara al río. Él, gentil, accedió. Bajo la luna hicieron el amor y fueron felices. Después, cuando el alba fue anunciada por un gallo, él se fue para siempre, cantando. La bruja reconoció los versos y cantó con bellísima voz. Amo el amor de los marineros que besan y se van. Dejan una promesa, no vuelven nunca más.



Amores perfectos


-Yo creo que lo nuestro no puede continuar –asevera con tristeza la mujer lobo.

-¿Por qué? –pregunta angustiado el vampiro, rodeando su peluda cintura para sujetarla.

-Porque es necrofilia –repone ella mientras lame su rostro pálido con devoción.

-Eso depende del punto de vista –argumenta el no muerto, estrechándola con vigor-. Creo que lo nuestro es más bien zoofilia.

Se dieron un largo beso de amantes, resignados ante el destino inevitable. 
 
 
Contracuento de hadas 1

Con el tiempo el príncipe ha engordado debido a la gula, el alcoholismo y la fiesta permanente. Ahora tiene una barriga gigantesca y una papada descomunal. Las piernas raquíticas apenas son capaces de sostenerlo. Hipa constantemente producto de una borrachera consuetudinaria. “Dios mío”, se dice con amargura la infanta, “ha terminado por convertirse en un sapo, igual que al inicio”. Y concluye que la historia es circular. 
 
 
Rehabilitación de Circe

La preciosísima Circe estaba aburrida de la simplicidad de Ulises. Si bien era fogoso, bien dotado y bello, la convivencia no daba para más. Solía convertirlo en perro para propinarle patadas, y él sollozaba y le imploraba perdón. Lo transformaba en caballo para galopar por la isla de Ea, fustigándolo con dureza. Lo transmutaba en cerdo para humillarlo alimentándolo con desperdicios. Volvía a darle forma humana para hacer el amor, y volvía a fastidiarse con su charla insulsa. Por fin lo expulsó del reino, le restituyó su barca y sus tripulantes y lo dotó con alimentos para un largo viaje. “Vete y no vuelvas”, ordenó con voz terminante al lloroso viajero, “y cuenta lo que quieras para quedar bien ante la historia”. Después sopló un hálito mágico para hinchar la vela de la embarcación.


Paradojas de la Ingeniería Genética 2

El gato genéticamente mejorado se sienta a conversar con su equivalente hamster. Es una de aquellas conversaciones respetuosas y reflexivas que me agrada auscultar. Nada de agresiones, ni siquiera un asomo de desconfianza. Muy lejos de la fantasía escabrosa que impera en la isla del doctor Moreau. El modelo original del felino ya estaría saboreando –si es que no torturando- al infeliz roedor.

-Me habría gustado ser un cocodrilo –comenta el hamster- para pasarme en el agua con ese traje costoso.

-Pero esos saurios son carniceros, solo piensan en devorar cebras y ñus que tratan de cruzar su río -acota el felino-; tú en cambio eres un pacifista vegetariano.

-Ah, eso… -responde con tristeza el pequeño mamífero- me gustaría saber qué siente un predador cuando caza. Es morboso, pero así son las cosas.

-Tal vez de ese modo empezó Hitler, con un sueño como el tuyo. Mira cómo terminó.

El gato se incorporó y subió ágilmente por el árbol hasta el tejado. Allí se quedó solo, tomando sol. Reflexionando.


***


---Diego Muñoz Valenzuela--- (Constitución, Chile, 1956)

Ha publicado siete libros de cuentos: Nada ha terminado, Lugares secretos, Ángeles y verdugos, De monstruos y bellezas, Déjalo ser, Las nuevas hadas y Microsauri; cuatro novelas: Todo el amor en sus ojos (tres ediciones: 1990, 1999, 2014), Flores para un cyborg (tres ediciones: 1997, 2003, 2010), Las criaturas del cyborg (2011) y Ojos de Metal (2014); las tres últimas conforman una trilogía de ciencia-ficción; y los libros ilustrados de microrrelatos Microcuentos (libro virtual, 2008, con Virginia Herrera) y Breviario Mínimo (2011, con Luisa Rivera).

La novela Flores para un cyborg fue publicada por EDA Libros en España (2008), en Italia por la editorial Atmosphere Libri (2013), y en Croacia por la editorial ALFA (2014); y los volúmenes de cuentos TAJNA MJESTA (Lugares secretos) en Croacia por ZNANJE (2009) y MICROSAURI (Microsaurios) en Italia por Robin Edizioni (2014). 
 
 
Diego Muñoz Valenzuela 
 
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